No es sencillo poder definir cuáles son las  huellas, marcas o enseñanzas que está dejando este año lectivo en  pandemia. 

Quedarán sin dudas  huellas de un primer momento de desconcierto (activo) con hiperactividad. Donde parecía que lo importante era “mandar tareas”. Muchx/s docentes, estudiantes y familias agobiadxs sin entender qué hacer y cómo afrontar la situación. Momento en el que se hicieron  visibles la gran heterogeneidad de situaciones así  como que las brechas no sólo de acceso a los medios digitales sino también de uso y de disponibilidad.

Entendimos que tener el dispositivo y conectividad es una condición necesaria pero no suficiente y que además  en los hogares no sólo eran los niñxs y jóvenes lxs que requerían usarlos  ya que,  en el mejor de los casos cuando lxs adultxs tenían un trabajo formal que podían y debían sostener, necesitaban del/ los dispositivo/s  de los que con suerte disponían.

Descubrimos a lxs muchxs alumnxs  pero también lxs muchxs docentes,  de todos los niveles  educativos que no cuentan con conectividad o que se les hace imposible sostenerla económicamente cuando dependen de los “datos” de celular que se acaban en minutos.

Para lxs docentes quedará la sensación de agobio por la intensificación del trabajo,  unido a la sobrecarga de tareas domésticas y reproductivas,  “los días no alcanzan”,  estamos “siempre en falta”.

Pero, y ojalá así sea, quedarán aprendizajes construidos a partir de que nos preguntamos ¿Qué es lo que tiene sentido hacer? ¿Qué es posible en los diferentes contextos? ¿Cómo hacer propuestas que tengan sentido, que permitan aprender y no simplemente cumplimentar tareas o llenar los tiempos? ¿Cómo proponer tareas desafiantes y garantizar el acompañamiento necesario para que todxs puedan realizarlas? ¿Cómo no dejar a nadie afuera? ¿En qué medida esta situación no elegida nos permite re pensar lo que hacemos casi como con “piloto automático” y que hace tiempo podríamos haber revisado?

Entonces, aprendimos a planificar y desarrollar las propuestas identificando elementos que nos permiten hacerlo en función a los diferentes contextos, buscando  generar situaciones que vinculen a lxs estudiantes con la escuela, entre sí y con el conocimiento.  Encontramos maneras de superar un vínculo unidireccional, por otro de ida y vuelta, el de la retroalimentación oportuna. Tuvimos la oportunidad de revalorizar el  proceso de evaluación sin tener que transformarla en calificación y de reconocer una vez más el poder del trabajo colectivo.

Entendimos que si bien la sincronía es importante  es fundamental decidir, ¿Cuándo con todxs? ¿Cuándo con algunxs? ¿Para hacer qué?  Y que la cuestión no pasa meramente  por estar hiper conectadxs; lo central es no renunciar a la enseñanza, al acompañamiento, a la explicación, a la sugerencia, al contacto (sea visual/ auditivo o por escrito) porque el desarrollo de los contenidos escolares y el sostenimiento de los vínculos “van juntos”.

Sabemos que la no presencialidad no distinguió entre niveles educativos, desde maternal hasta la universidad, ni  al ámbito rural o urbano,  ni a las instituciones de gestión pública o privada.

Por el contrario la pandemia, en ningún plano que la analicemos (educativo, social o económico)  fue igual para todxs; desnudó desigualdades y brechas inmensas y como tantas otras veces  escuchamos con estupor voces que intentan “privatizar” las imposibilidades de aquellxs más vulneradxs culpabilizándolxs y estigmatizándolxs por quedar “desenganchadxs de la escuela”.

No sabemos cómo será la vuelta a la presencialidad pero sí sabemos que lo peor que podría suceder cuando esto suceda, sería que lo hagamos como si nada hubiese pasado… sin recuperar esta experiencia para mirar con nuevos ojos el territorio de la escuela.

Pero la huella que tal vez tarde más tiempo en emerger, de la que somos menos conscientes  y que deberíamos tener presente, es que en esta pandemia tenemos un Estado presente, acompañado por un enorme número de cuidadanxs, que tal vez con errores pero también con enormes aciertos apostó y trabajó por el cuidado y por la salud con políticas públicas y medidas de prevención , de apoyo y de sostenimiento a lxs niñxs,  jóvenes y familias generando estrategias para garantizar el derecho a la educación. Creo que, con el tiempo,  recordaremos este año como aquél en que todxs aprendimos mucho… aunque no fuimos a la escuela.

 *Doctora en Educación. Investigadora docente del Instituto del Desarrollo Humano -Universidad Nacional de General Sarmiento