Diez meses después de comenzar su gobierno, Alberto Fernández tuvo más de cinco marchas en su contra. Algunas generadas como reacción a una medida anunciada, con poco tacto, en el medio de una crisis sanitaria y económica sin precedentes. La intervención y expropiación de la empresa Vicentín fue un paso en falso de un Presidente que cuando puso un pie en la cancha se le cayó encima una pandemia.

La decisión intempestiva del Gobierno para hacerse cargo de la empresa originó una inmediata respuesta en la oposición y, en consecuencia, de una importante porción del electorado que no votó a Fernández y que encontró en la calle el lugar indicado para manifestar su rechazo. Juntos por el Cambio empujó ese reclamo, que estuvo atravesado por un sentimiento antiperonista que unió a una multitud en las calles del país. No solo era contra la intervención de Vicentín, sino contra la política económica oficialista.

Esa marcha retumbó con fuerza en la Quinta de Olivos y fue determinante para que el proyecto con sello K se diluyera con el pasar de los días. El santafecino Omar Perotti fue el único que logró sostener la idea de la intervención sin expropiación. Sin embargo, su voluntad también fue quebrada. El Gobierno archivó el proyecto en poco tiempo.

El retroceso fue la señal que le permitió a la masa opositora entender que la acción de copar las calles tenía un efecto inmediato. Los medios opositores a la gestión del Frente de Todos venían instalando un clima hostil, haciendo cargo a los ejecutivos nacional y bonaerense de medidas que generan una indignación obvia en la población, como la supuesta intención de liberar presos. Sin embargo, el tema permanente de desgaste es el del supuesto enfrentamiento entre el presidente y su vice. Alberto vs Cristina, o viceversa.

Después de Vicentín siguieron otras marchas. Dos tuvieron un punto de apoyo más claro: el proyecto de reforma judicial y el endurecimiento del cepo cambiario. Medidas que afectan a un país entero pero que preocupan al sector de la clase media y media alta, más abocada al consumo informativo, el ahorro en dólares y el interés por las instituciones. Es ese sector de la sociedad el que hoy está descontento con Fernández y, mayoritariamente, con la presencia de Cristina Kirchner en el gobierno. Una tercera marcha fue la que protagonizaron militantes anticuarentena. El debate sobre la extensión y efectividad del aislamiento pasó de los medios a la calle.

La manifestación contra la reforma judicial fue un llamado de atención importante para los gobernadores y legisladores. El primero en desmarcarse fue el cordobés Juan Schiaretti, que les bajó línea a sus diputados para que anticipen que no iban a acompañar el proyecto. Roberto Lavagna hizo lo mismo con los suyos. A Juntos por el Cambio ni siquiera le hizo falta ver la movilización en la televisión. Ya habían dejado en claro que no habilitarían el debate. La gente se movió, el mensaje se multiplicó y el oficialismo tuvo que poner un pie en el freno para negociar cambios en la ley.

Algunas de las marchas se realizaron en fechas patrias como el 20 junio o 9 de Julio. No faltaron banderas argentinas y mensajes que resaltaran el valor de la democracia y la justicia. La fusión de la fecha con el reclamo construyó un simbolismo que la oposición capitalizó rápidamente y difundió en las redes sociales. Nosotros somos el pueblo que cree en las instituciones y desafiamos el autoritarismo del populismo. Un discurso desfasado, ideologizado y corrido de cualquier intento de objetividad.

Durante el gobierno de Macri la calle fue ganada por el peronismo en todas sus vertientes. Los últimos dos años, cuando la crisis económica se profundizó, todas las semanas se organizaba una marcha nueva. El ex presidente y su círculo más cerrado, liderado por Marcos Peña, no le daban demasiada importancia al mensaje callejero. Interpretaban que los sentimientos verdaderos del electorado estaban en Twitter y Facebook. También en las voces de algunos vecinos que visitaban bajo la modalidad del timbreo.

A Macri nunca le interesó ganar la calle. La repetición de protestas contra su gobierno había desfigurado el mensaje. ¿Eran contra sus políticas económicas, contra su mirada liberal o contra una intervención menos entusiasta del Estado? El peronismo marchó contra el Gobierno pero no pudo unificar un mensaje y repetirlo a lo largo del tiempo. El aparato, donde se entrecruzan el sindicalismo, la militancia de los municipios del conurbano y los movimientos sociales, marcó su fuerza callejera. Sin embargo, moderó su presencia para no embestir a un presidente inestable y confundido. Esa moderación se replicó en este tiempo de pandemia donde, siguiendo el pedido de Fernández, el peronismo evitó la calle.

Algo similar está sucediendo ahora con este fenómeno de marchas contra la dupla Fernández-Kirchner. La gente se convoca por redes, no tiene líderes claros y se moviliza en la calle. Quizás esos liderazgos confusos sean la principal diferencia con las marchas del peronismo, donde existe una organización más concreta y estructurada de la política callejera. Esa no es una diferencia menor a favor del peronismo a la hora de soportar las presiones desde el Gobierno.

Para finalizar con un sintético balance de la intensidad de las presiones sobre el gobierno, vale la pena recordar a Elisabeth Noelle Neumann. Esta investigadora postuló la hipótesis de la espiral del silencio por la cual un grupo amplio de la población deja de expresar con libertad su posición por temor al aislamiento, y detectó uno de los mecanismos que lo producen: la diferencia entre el clima percibido por la población y el clima representado por los medios, situación que denominó “clima doble de opinión”. Con esta tesis podría decirse que la presión social sobre el Gobierno es menor a la que recibieron otras administraciones pero que la percepción mediática de esa presión está deliberadamente exacerbada.

 

*Consultor político. Profesor de Comunicación Política en UNER y UNR. Twitter: @gubermanonline.  En co-autoría con Joaquín Múgica Díaz: Periodista político en Infobae y Radio Del Plata. Twitter: @JoaquinMugica