La ciudad de La Plata es, quizás, el producto más emblemático del proceso de fundación de ciudades que caracterizara a la región pampeana argentina, entre 1820 y 1920 aproximadamente. Liderado por Pedro Benoit y acompañado por un importante departamento de Ingenieros topográficos de la Provincia de Buenos Aires, sentó las bases de un modelo de ciudad pampeana para la colonización agraria bonaerense, producción agraria asociada a un modelo agroexportador en auge a nivel nacional, acompañado por un proceso de desarrollo territorial fuertemente asociado a las grandes infraestructuras de transporte como el ferrocarril y el auge de las ciudades-puerto.

En este escenario, La Plata es el producto de una coyuntura histórica significativa para toda la Nación: la federalización de la ciudad de Buenos Aires y la necesidad de dotar a la provincia homónima de una nueva capital. En tal sentido, varios autores coinciden en que La Plata juega el papel simbólico de testimonio de la organización nacional y de resolución de la “cuestión capital”, que produjera enfrentamientos entre los argentinos durante buena parte del siglo XIX. A la vez, la ciudad constituye uno de los testimonios de la modernización del país encarada en el período de su fundación, lo que se hace evidente en algunos atributos materiales e inmateriales de la ciudad.

Su valor urbanístico y ambiental fue reconocido desde su propia creación, e incluso dice la historia que por estos valores recibiera dos medallas especiales, de la mano del mismísimo Julio Verne, en la famosa Exposición Universal de Paris, de 1889. Convertida en un emblema del urbanismo racionalista positivista, tiene sus raíces en el renacimiento italiano en particular, apoyándose en la cuadrícula de fundación hispánica en América e incorporando elementos del paisaje bonaerense de una manera muy destacada.

Sin duda, la ciudad de La Plata, y en especial el denominado “casco urbano fundacional”, ostenta particulares valores que la colocan en un plano de privilegio, por su carácter testimonial en la historia de la planificación y el urbanístico de la época, no sólo en el ámbito nacional sino también internacional.

Es un modelo relevante de ciudad nueva del Patrimonio Moderno (siglo XIX) por sus valores como patrimonio tangible del urbanismo progresista e higienista, inscripto en las ideas más avanzadas de la época a nivel mundial. Ilustra con carácter excepcional el paisaje urbano utópico de la tradición occidental, desde la ciudad ideal del Renacimiento a la ciudad ideal del higienismo del Siglo XIX y antecede las búsquedas más actuales de la sustentabilidad urbana.

La Plata íntegra, en un producto único de gran capacidad de síntesis heterodoxa, típica del liberalismo imperante en su época, las búsquedas renacentistas de la ciudad ideal, la herencia del modelo de fundación de ciudades hispánicas en América, con los avales de la ciencia urbanística del progresismo y el higienismo, y las contribuciones del arte urbano del post-barroco y el paisajismo urbano del romanticismo y la naciente ciencia ecológica.

Se considera un patrimonio cultural de gran valor como modelo urbano ambiental de ciudad planificada para una sociedad republicana y democrática, representativo de las ideas más avanzadas de la época y testimonio de un contexto social-económico y políticamente determinado de fines del siglo XIX de modernización y pacificación del país, y de inserción de éste en la economía mundial a través del modelo agroexportador pampeano.

Constituye en sí mismo un testimonio paradigmático de la planificación urbana del siglo XIX en América Latina, quizás el más sobresaliente ejemplo en Latinoamérica de un paisaje cultural construido a partir de un sistema de espacios públicos, que ha evolucionado consagrando no solamente los valores del modelo desde el punto de vista del urbanismo; sino demostrando en el tiempo asimismo, los valores de « civis » o cívitas intrínsecos a aquel modelo, hoy pleno de vida urbana, de vida cívica y cultural.

Esta fuerte dimensión cultural (civis) sumada a su condición de capital (polis) de la Provincia de Buenos Aires, enriquecen aún más la ya trascendente riqueza patrimonial tangible (urbis) con una elocuente dimensión inmaterial, haciendo de la ciudad un significativo paisaje cultural.

En esta dimensión, el análisis del tejido arquitectónico dominantemente residencial, con su eclecticismo dominante, y su progresivo aumento de volumetría y habitantes, no puede - o no debería - teñir y menos aún minimizar el valor del modelo urbanístico y ambiental en sí mismo. La Plata es un producto claro del siglo del progreso y el eclecticismo en arquitectura, y por lo tanto es la heterogeneidad su valor representativo.

Se trata, en síntesis, de un conjunto representativo del modelo de planificación, urbanismo, paisajismo, y del eclecticismo en la arquitectura  imperantes en la época, y más específicamente entre 1880 y 1920; y complementariamente con la ciudad de Buenos Aires - en un tándem excepcional de “Dos Capitales” que expresan la cultura de la modernidad, el eclecticismo y la inmigración en la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX.

Hoy la ciudad de La Plata cumple 135 años y creemos que es el momento de honrar este pasado. De honrar el pasado, para mejorar el presente y proyectar la ciudad a futuro. La ciudad y los platenses nos lo merecemos.

*Arquitecto (FAU-UNLP) y Urbanista. Doctor en Regeneración Urbana y Sustentabilidad (Universidad Politécnica de Madrid, España). Presidente de la Fundación CEPA (Centro de Estudios y Proyectos del Ambiente) y Presidente Honorario de FLACAM (Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales) / Cátedra UNESCO / Red Unitwin para el Desarrollo Sustentable. Director de la Especialización y Maestría en Desarrollo Sustentable. Director de la Cátedra Libre en Políticas de Sustentabilidad (FLACAM-UNLP).