El pasado domingo 30 de agosto se lanzó el satélite argentino SAOCOM 1B desde la base Cabo Cañaveral de EUA. Entre las más de 400 personas que lo hicieron posible se encuentran integrantes del GEMA, Grupo de Ensayos Mecánicos y Aplicados, una unidad de investigación y desarrollo, parte del Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata. Entre otras cosas, fabricaron las 763 mantas térmicas que recubren los siete paneles solares de la antena radar del satélite.

Para el lanzamiento y puesta en órbita se contrató a la compañía SpaceX, del magnate Elon Musk. Esto puso nuevamente en agenda la importancia y el potencial de la industria satelital y de la soberanía espacial argentina. El presidente Alberto Fernández se manifestó muy emocionado por ser Argentina “uno de los 10 países capaces de poner en órbita estos satélites” y felicitó a los científicos: “Qué bien hace la Argentina en invertir en toda esta gente. Es futuro para la Argentina, eso debe enorgullecernos".

En este contexto, Diagonales conversó con Marcos Actis, ingeniero aeronáutico, Director del CTA y vicepresidente de la UNLP.

Para iniciar, además de felicitarlo, cuéntenos cómo vivió el lanzamiento del satélite y qué significa para usted.

- Con mucha emoción y mucho orgullo porque en este proyecto trabajó la Facultad de Ingeniería y el grupo GEMA, que comenzamos con Pablo Ringegni, su actual director, hace 25 años. Siempre hemos estado trabajando en temas satelitales porque es nuestro sueño y nuestro desarrollo profesional siempre apuntó a esas cuestiones. En algún momento nos tocó trabajar sobre el proyecto concreto y después nos tocó dirigirlo para que sean otros los que lleven adelante el trabajo. Vamos formando gente que nos va reemplazando.

De nuevo en órbita: El trabajo de la UNLP en la misión satelital

¿Qué factores cree que permitieron que esto sucediera ahora?

- La licitación para estos lanzamientos ya se había realizado en 2015. Era más difícil que esto no saliera a que saliera. Estos satélites iban a ponerse en órbita. El tema es que la continuidad de trabajo fue interrumpida. Obviamente ahora se retoma el ARSAT y espero que se retome el lanzador de satélites, que es lo que nos está faltando para hacer el circuito completo de independencia espacial, tener más soberanía y ahorrar millones de dólares. Porque si bien hicimos el satélite, tuvimos que lanzarlo en otro país. Esas son esperanzas que da este gobierno, con las palabras que expresa y con los hechos, que nos lleva a pensar que la cosa se reencamina.

Durante esa interrupción en la continuidad que usted menciona, ¿cómo fue el trabajo? 

- Fuimos perdiendo convenios. Con la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales) se nos fueron desactivando los convenios que teníamos. Se hacían licitaciones, las ganábamos, y no nos las adjudicaban. Con este proyecto seguimos porque hacía falta terminar lo que habíamos empezado, las mantas térmicas que cumplen la función de proteger la vida útil del satélite en las condiciones del espacio. Pero con mucho esfuerzo para que nos paguen y poder mantener los grupos de trabajo.

Estos son equipos de profesionales muy importantes, y si no tenés los recursos los chicos se van porque tienen que hacer su vida. Estuvimos complicados. Nuestro grupo trabaja con otras cuestiones vinculadas a la industria automotriz, ensayos de piezas, con eso vamos supliendo la falta de convenios en la línea espacial. No es una cuestión de dinero. Es el incentivo que te da la participación en un proyecto de estas características, cuando tenés la gente preparada para eso.

¿Cómo fue el trabajo en el contexto de pandemia?

- Esta pandemia nos tocó a todos: desde el hecho de querer estar en el lanzamiento, al que pensábamos ir en marzo, y no poder ir, o viajar a Córdoba donde está la base terrena para baja la información y que los profesionales puedan hacer el seguimiento del satélite, que todo lo que se diseñó se esté cumpliendo como tiene que ser. Tuvimos que armar equipos parciales de gente para viajar a Buenos Aires, y algunos trabajaron desde sus casas. Pero estamos contentos porque lo importante es que todo salió bien.

¿En qué etapa está el satélite actualmente y cómo será el trabajo en conjunto con otros países?

- El satélite ya tiene todos los paneles desplegados y se está midiendo la temperatura, que es lo que nos toca a nosotros. Está funcionando todo bien. Se dispone a trabajar para lo que fue hecho, entonces todo este tiempo es de pruebas, alinear la misión, hasta que empiece a medir.

Hay mucha información que se puede descubrir más allá de las aplicaciones para las que fue lanzado, respecto a la agricultura y los recursos naturales. El satélite manda una onda que rebota, y cuando se procesa se determina la humedad, si se encontró agua, cómo está el terreno. Pero en esa onda viaja información de otros fenómenos que puede estar viendo el satélite y que todavía no han sido desarrollados.

Siempre digo que nosotros terminamos el trabajo cuando el satélite se lanza. Se chequea que todo esté funcionando bien y ahí termina nuestra participación. Pero empieza la de otros científicos que son quienes van a analizar las señales y van a poder ver cómo se relacionan con algún fenómeno que esté pasando sobre la Tierra. Si se puede relacionar el fenómeno con la variación de las ondas que recibe de vuelta el satélite, se puede medir un fenómeno que no estaba previsto.

Ya estaba funcionando el SAOCOM 1 de la misión. Éste que fue lanzado es un gemelo, y creo que se va a hacer un tercero. Además hay cuatro satélites de la Constelación Italiana, pero la diferencia del SAOCOM 1B con los italianos es que éste tiene una mejora en los sensores ópticos y puede atravesar las nubes para fotografiar el terreno aunque esté nublado.

Las agencias espaciales siempre firman convenios de colaboración que no necesariamente incluyen dinero. Se comparte tanto información como tecnología para desarrollar los equipos que van arriba de los satélites.

¿Cómo ve el futuro en este campo, sobre todo para la Universidad Pública?

- Creo que esto es importante porque es lo que le falta a la Universidad. Somos muy buenos enseñando e investigando. En lo que hace a Ingeniería, lo que le falta es la concreción de cosas que le sirvan a la gente y le den valor agregado a la producción nacional. La Universidad todavía no es un gran productor de tecnología, sino de investigación. Falta un pasito para producir tecnología que nos permita dejar de comprar cosas afuera. Este satélite se hizo en Argentina, y hay un montón de otras cosas que vemos y usamos todos los días, que lamentablemente no se hacen en Argentina, y se tienen que traer de afuera. Creo que nuestros científicos tienen que aportar para que podamos producir en nuestro país.

Esto no se va a producir encerrados en un laboratorio. Nuestro grupo, el GEMA, va a visitar las empresas, a buscar las necesidades que tienen, y trata de que se hagan cosas en el país. Tenemos varios equipamientos que son únicos en Argentina y Sudamérica, y sirven para que las Pymes y otras empresas más grandes, de piezas automotrices por ejemplo, puedan ensayar cosas en nuestro laboratorio, para así poder venderlas. Si no lo hacemos, todas esas cosas se traerán de afuera.