El verde de los pañuelos y la brillantina en la cara, estuvo presente durante todo el día en Barcelona y a pesar de los diez mil kilómetros que separan el Congreso en Buenos Aires de la multicultural ciudad catalana, cientos de mujeres se manifestaron para dejar asentada la irreversible postura de no querer más muertes en abortos clandestinos en Argentina.

Tarde verde en el Passeig de Gràcia

Doce y media del mediodía. Gritos, abrazos y lágrimas a la distancia sobresalen en esta jornada con olor a historia. Un bombo marca el ritmo del “se va a caer” cantada una y otra vez, con coreografía incluida. “ (… ) arriba el feminismo que va a vencer”.

Madres, hijas y abuelas. Amigas de allá o de acá, juntas en el mismo lugar y por la misma causa. Fotos y hashtag decoran un reclamo con fuerte contenido simbólico, que va más allá de la exigencia por la legalización del aborto, que avanza imparable en todas las direcciones.

En las malas, mucho más: Masivas concentraciones en Barcelona a favor del aborto legal

Desde hace días que se palpita este ocho del ocho del dos mil dieciocho, que parecía estar destinado a una aparente derrota por el recuento previo. “Es verdad que los números no vienen acompañando, pero aunque no salga esta noche (la ley), de ninguna manera vamos a parar. Esto sigue”, opina Sole, porteña de paso por Barcelona.

Los turistas acortan sus pasos ante el bullicio. Toman sus fotos, murmuran desorientados. Alguno ensaya un castellano de escuela primaria e intenta sacarse la duda de lo que aquí sucede. Los cánticos siguen: “Si el papa fuera mujer, el aborto sería legal”, al ritmo del Carnavalito.

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La Plaza Saint Jaume como espejo del Congreso

“20h. Concentración en Plaza St. Jaume para hacer un pañuelazo”, cita el comunicado difundido en grupos de Whatsapp y portales digitales. El sitio donde se emplaza la sede del Ayuntamiento de Barcelona está decorado con banderas que reclaman la libertad de los presos políticos, encarcelados tras el fallido referéndum de autodeterminación de octubre pasado, reprimido con dureza y castigado con la intervención del gobierno español. Lugar de encuentro, de lucha, este miércoles marcado por la palabra “sororidad”.

Más de 500 participantes siguen cantando, entregadas a un ingenioso motivo rítmico de dos compaces: “La Vir-gen María, también abortaría”.

La convocatoria parece superar las expectativas de las organizadoras, la mayoría de ellas nucleadas en las agrupaciones “Marea Verde Barcelona” y “Comisión Santiago Maldonado”. El altoparlante con calco de la CGT pasa de mano en mano y las voces quebradas por una mezcla de alegría y exaltación revotan en las paredes de estética renacentista del Palacio de la Generalitat.

El clima es de unión y optimismo, aunque parezca inevitable el rechazo de Senadores al proyecto aprobado el pasado 14 de junio en la Cámara de Diputados.

-“Las invitamos a la vigilia en la estación el Clot. ¡Será ley!”.

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Vigilia sin frazadas ni paraguas

Llueve fuerte en Buenos Aires. Miles y miles copan las casi treinta manzanas reservadas para las adherentes a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Casi treinta grados en Barcelona a las once de la noche. Las veredas están pacíficamente tomadas para la vigilia, convocada en el bar L’anònima, a pocas cuadras de la estación de Metro el Clot.

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Adentro del local, una pantalla y un televisor transmiten, en dos salas diferentes, lo que se habla en el Senado. Las palabras se cuestionan, se apoyan, hasta se aplauden.

Parece conocerse el final de la historia, pero se insiste en que pase lo que pase, este fuego no se extingue. La marea verde seguirá  inundando plazas y conciertos, y los pañuelos amarrados a mochilas y muñecas. Se insistirá hasta que sea ley.

Bronca. Impotencia. Desilusión. El desencanto de no sentirse representadas. Dinosaurios con saco y corbata. Insultos y lágrimas. Mañana seguirán muriendo mujeres en improvisados "consultorios" de barrio. Porque abortos hubo y seguirá habiendo, lo que no debería seguir existiendo es una conformación del Congreso que parece no representar a sus ciudadanos.

Un sabor amargo acompaña el regreso a casa. Si hay algo que queda claro en esta historia color verde es que se ha aprendido y se ha avanzado. Se ha plantado una semilla que crece y no para de crecer. Por eso, resuena una frase que se escuchó este largo día en Barcelona: En las malas, mucho más.