El mundo del trabajo es un ecosistema dinámico que a lo largo de los años supo otorgarle a los trabajadores derechos, gracias a las luchas sangrientas que devinieron en la historia. De eso se trató el 1ro de mayo, con los mártires de Chicago que lo único que osaron reclamar fue una jornada de trabajo de 8 horas. Algo que hoy nos parece lógico y normal.

Pero ¿qué está pasando en estos últimos años? ¿Son los trabajadores de Chicago héroes olvidados?

Hace ya tiempo, con el surgimiento de las nuevas plataformas de empleo como UBER, AliExpress, Amazon, Mercado Libre y otras, venimos escuchando el discurso de que el trabajador moderno es emprendedor. No es más empleado de una empresa sino que es su propio jefe. Disfruta de la toma de decisiones, corre riesgos, trabaja a su propio ritmo y tiempo desde la comodidad de su casa, y sus ingresos están íntimamente vinculados a su capacidad, su cultura de trabajo y el esfuerzo y tiempo que ponga en su negocio.

Este esquema es parte del discurso del trabajo moderno. Se logró instalar la idea del trabajador empresario y cuentapropista y hasta resulta atractiva para muchos que se encuentran desesperados por tratar de conciliar la vida personal con la laboral en un capitalismo cada vez más exigente con sus demandas de capacitación y disponibilidad. La idea de ser tu propio jefe es el refugio al que aspirar en un mundo hostil lleno de exigencias.

Así vemos trabajadores monotributistas en todos los rubros de la economía, lo que lleva a pensar que se necesitan reformas legislativas para hacer frente a estos cambios en el empleo. De esta manera vemos reformas laborales en todo el mundo. América latina no es ajena a este proceso, donde la nueva legislación ya se debate en el Congreso a la espera de ser aprobada.

Pero ¿qué ocurre en la cotidianeidad del espacio de trabajo de un “emprendedor”?

Vendo por internet. Soy mi jefe. Tomo mis riesgos y decisiones. Trabajo en mis tiempos libres. ¿Es esto cierto? Nada más falso. Nada más lejano a la realidad.

Lo cierto es que los trabajadores de plataformas se enfrentan a realidad completamente hostiles. Con sistemas de calificaciones que los obligan a entregar pedidos de manera satisfactoria en tiempos récord a fin de poder permanecer entre las mejores opciones de la plataforma. Son esclavos de un algoritmo que decide, por ejemplo, que si el vendedor quiere entregar sus productos por otro correo que no sea el sistema de envíos que usa la plataforma, ese vendedor obtiene una calificación más baja, perjudicando al “emprendedor” solo por no haber decidido utilizar la plataforma para dar ese servicio. Ejemplos de esto hay miles. Desde como armar la caja para realizar el envío, pasando por la forma de pago, hasta el proceso de publicidad y venta. Todo es diseñado por la plataforma y si el trabajador no se adecúa a esas normas, el algoritmo decide su éxito o fracaso como vendedor.

Las jornadas de trabajo son sin pausa, ya que internet está siempre abierto, y una venta bien puede realizarse en la mitad de la noche de un sábado, y la plataforma califica negativamente al trabajador si este no envía en 24 horas, aun habiendo un domingo en el medio. No importa la hora o el día, el trabajador debe estar disponible y trabajando. Aún peor es la realidad de los trabajadores por click, donde el tiempo que insumen buscando nuevos “empleos” no es considerado productivo y por ende no se paga, alargando una jornada de trabajo donde ya la paga es miserable. Ni hablar de los problemas de conectividad que enfrentan, con largas horas improductivas por corte de luz o servicio de internet limitado.

Es que el nuevo paradigma de trabajo 2.0 nos ha transformado en trabajadores 24 horas al día, 365 días al año. Nada de jornada de 8 horas, vacaciones pagas ni licencia por enfermedad. Hoy se contabiliza la productividad y las reglas de juego las ponen otros.

En efecto, el sueño de ser tu propio jefe queda trunco: las reglas de juego las impone la plataforma que utilizas para trabajar. Tu tiempo y tus decisiones no son tuyas, son de la plataforma. Ni siquiera tus cobranzas son tuyas, ya que muchas plataformas demoran los pagos a los usuarios.

El imaginario de ser tu propio jefe persiste, pero las reglas y condiciones impuestas a los trabajadores de plataformas y en tecnología en general indican que el jefe, es sin dudas, el sistema con el que trabajas, que te acerca al mercado siempre y cuando actúes con sus reglas. En definitiva, no están brindando un servicio, sino que imponen reglas de juego como cualquier empleador, pero sin posibilidad de réplica o negociación. Si no te gusta, la única solución viable es irse del sistema. No sos jefe, el jefe es el algoritmo.

El 1ro de mayo fue una lucha por la reivindicación de la jornada de 8 horas. Muchos trabajadores murieron para lograr ese derecho que hoy, parecemos haber perdido en el sueño de no ser más empleados.

Cada cambio en las formas de producción trajo consigo nuevas luchas y nuevos derechos por conquistar. Quizá tengamos que volver a las bases y retomar el reclamo de fines del siglo XIX, conquistando el de la jornada de 8 horas una vez más.

Investigadora y Docente, Instituto del Mundo del Trabajo Julio Godio-UNTREF. Twitter @SofiaScasserra