Hay una preocupación que recorre la primera mitad de El príncipe, obra fundacional del pensamiento político moderno escrita por Maquiavelo hacia 1513. Se trata del modo en que un príncipe nuevo pueda cimentar su frágil posición de poder, estabilizando la delicada situación en la que se encuentra, logrando reconvertir las dificultades siempre presentes al cambiar la cúspide del poder político.

A la luz del resultado de las últimas elecciones legislativas, quedó confirmado lo que ya podía leerse en estos casi dos años de gobierno de Cambiemos: ha podido exitosamente desplazarse desde una posición endeble a una segura, dominando el complejo escenario político con el que se encontró en un comienzo. Una elección presidencial ganada por escaso margen, pocos legisladores propios, un intenso activismo político opositor, una serie de medidas económicas que impactaron negativamente en el bolsillo de la mayoría de los ciudadanos; estos y otros factores a los que muchos atribuían con seguridad un rápido debilitamiento de Cambiemos, fueron manejados con destreza. Por supuesto, se logró con apoyos importantes de los principales medios de comunicación y grupos económicos, pero esos aliados no garantizan ninguna victoria, hubo una virtud política del gobierno nacional al negociar con algunos sectores, dividir y debilitar a otros.

El gobierno nacional ha sabido, como afirma Maquiavelo, actuar como león y como zorro: atacar y vencer, detectar las trampas ajenas y también poner las propias. “Pero es necesario saber colorear bien esta naturaleza, y ser un gran simulador y disimulador: y es que son tan ingenuos los hombres, y hasta tal punto obran según las necesidades presentes, que quien engaña encontrará siempre quien se deje engañar.” Esto no significa que el gobierno sea simplemente un gran manipulador, la seducción funciona porque hay quien se deja seducir y hay que preguntarse en todo caso por esas “necesidades presentes” que hacen que buena parte del electorado apoye una propuesta de gobierno si entiende que hay cierta estabilidad, más allá de lo que pueda suceder en el futuro. Sin tener en cuenta al núcleo duro de convencidos del modelo que propone Cambiemos, una gran parte de la ciudadanía apoyará el modelo dominante justamente porque domina, son muchos de los que han apoyado al gobierno anterior por la misma causa.

Con una retórica de paz, Cambiemos supo cómo luchar las batallas continuas implicadas en el campo de lo político. En este sentido, el gobierno pudo leer y operar mejor sobre lo que Maquiavelo denomina “la realidad efectiva de la cosa”, mientras que buena parte de la militancia opositora parece haberse quedado prendada ante todo de la “representación imaginaria” de una política más cercana a lo que debería ser, que a lo que es, proyectando sobre la mayoría de los electores decisiones morales, económicas y geopolíticas que les preocupan antes que nada a quienes las suponen en los otros.

Otro de los elementos para comprender el éxito del gobierno es tener en cuenta que la articulación del emprendedurismo neoliberal con la retórica de la transparencia, del diálogo y el trabajo en equipo, coinciden con un espíritu de época que funciona como viento de cola para que este gobierno pueda asentarse en la posición dominante. En este sentido afirmaba Maquiavelo que “es próspero quien hace coincidir su propio modo de proceder con las características de los tiempos”. Si queremos modificar este dominio, debemos comenzar por tener lecturas más realistas y menos autocomplacientes. Pero no menos importante es actuar sobre los tiempos que la fortuna nos depara, para abrir en ellos nuevas temporalidades que irrumpan con potencia creadora en el escenario actual.

*Profesor de Filosofía (UBA – UNSAM)