Las juventudes militantes protagonizan la política argentina desde hace varias décadas. Abordarlas desde su complejidad implica tener en cuenta la participación en múltiples ámbitos y experiencias de todos los colores políticos. Pueden presentar mayores o menores grados de institucionalización, irrupción frente a lo establecido o autonomía frente al mundo adulto. Algunas ganan mayor visibilidad frente a otras en distintos momentos, tanto por capacidad de movilización, como por interés del mundo adulto.

Durante los últimos quince años el ámbito de los partidos ha tenido – y tiene- un lugar central entre las juventudes politizadas. Para analizarlas propongo referir a cuatro momentos.

El primero, inicia con el conflicto entre gobierno nacional y el campo en 2008 y la muerte de Néstor Kirchner en 2010, momento en el que como muestran las investigaciones del Grupo de Estudios sobre Políticas y Juventudes (GEPoJu/IIGG-UBA), la politización juvenil toma nuevas formas frente a períodos previos. En los partidos políticos se destacan dos aspectos. Primero, la creación o consolidación de espacios de y para las juventudes. En el kirchnerismo con la conformación de organizaciones como La Cámpora, por su capacidad de movilización, por el lugar protagónico que le asignó el gobierno nacional y también por las estigmatizaciones de la que fue sujeto. En el progresismo, el Partido Socialista, -que ya tenía una tradición de activismo universitario en el Movimiento Nacional Reformista-, se conformó entre 2010 y 2011 su organización juvenil nacional, las Juventudes Socialistas, desarrollando un proceso de institucionalización plasmando una estructura nacional. En las llamadas ���nuevas derechas”, dentro del PRO también se crearon organizaciones juveniles primero en la CABA en 2007, y luego a nivel nacional. En el peronismo no kirchnerista, el Frente Renovador también tuvo un espacio juvenil de duración más efímera aproximadamente entre 2015 y 2017: “La Renovadora”. Segundo, el desarrollo de recorridos en la actividad política profesional. Si bien esto no es algo nuevo en sí, muchas y muchos jóvenes comenzaron a ocupar cargos en gobiernos, y a postularse a candidaturas luego de su paso por los espacios juveniles en el marco de este proceso de politización.

El segundo aspecto a destacar, a partir de 2015, con las movilizaciones masivas de mujeres desde la consigna #Niunamenos, la emergencia de una agenda de género y los debates por la despenalización del aborto. Esto ha permeado al interior de muchas organizaciones partidarias y sus juventudes produciendo transformaciones como: posibilitar el acceso de mujeres jóvenes a principales puestos de responsabilidad; establecimiento de reglas de paridad; creciente énfasis sobre la cuestión de género en las agendas internas; medidas contra las violencias de género; transformaciones en las prácticas militantes. El debate del aborto en 2018 y 2020 dio lugar a articulaciones (como Pino Solanas o Cristina Fernández votando a favor) y conflictos (las disputas entre la Juventud Socialista o la Juventud Radical y legisladores de sus partidos que votaban en contra) con dirigencias políticas de generaciones adultas. Las experiencias juveniles que se posicionan en oposición a estas agendas también pueden pensarse como parte de este proceso, aunque es importante señalar que han ganado visibilidad especialmente durante la pandemia.

El tercero, durante el gobierno de CAMBIEMOS (2015-2019) con las reconfiguraciones de acuerdo a la lógica gobierno/oposición. El protagonismo de las juventudes del PRO y de la UCR en la gestión nacional y también en las subnacionales, encuentra puntos de continuidad con el primer momento. Para las militancias juveniles del kirchnerismo significó la continuidad en la militancia y el aprendizaje del rol opositor. Para las juventudes opositoras en general, significó la participación en movilizaciones masivas como por ejemplo las contrarias a los planes de ajuste o la desaparición y muerte de Santiago Maldonado.

Por último, la pandemia. De acuerdo con el relevamiento “Acciones colectivas juveniles durante la pandemia” realizado en el marco del GT Infancias y Juventudes de CLACSO, resulta central pensar las reconfiguraciones en torno al eje virtualidad/presencialidad. El aislamiento inicial dio lugar a una virtualización de las actividades militantes, especialmente de formación política, mientras que las instancias de toma de decisiones recién se dieron en los momentos de apertura. En cuanto a las movilizaciones presenciales, el debate por el aborto en 2020 fue central para las militancias partidarias. Asimismo, las juventudes de derechas emergentes abren la pregunta por su visibilización, frente a otros espacios juveniles que han definido reducir temporalmente su movilización presencial.

Analizar las características y transformaciones en las militancias juveniles de los partidos durante los años recientes nos permitirá contar con algunos elementos para pensar los encantamientos y desilusiones de las juventudes con la política en un sentido amplio, en un contexto de cambios e incertidumbres.

*CONICET/IIGG-UBA. Miembro del Grupo de Estudios sobre Políticas y Juventudes (GEPoJu/IIGG-UBA) y del Grupo de Trabajo Infancias y Juventudes de CLACSO