El “macho argentino” pareciera ser una especie en extinción y lo celebro con todas mis convicciones. Pero creo, que para que esto sea realidad, falta todavía mucho y tenemos que ser, hombres y mujeres de este país, cuidadosos en los pasos que damos para que esta transformación sea lo que todos queremos.

Argentina viene de una historia terrible en lo que a la des-igualdad de los géneros se refiere. El “macho argentino” es una especie que tiene cientos de años. Lo paradójico es que en lo discursivo, la gran mayoría de los hombres hoy no dudarán en dar a la mujer el lugar que merece, esto es, el de la absoluta paridad en relación al hombre.  Y en la práctica, más allá del discurso, lo que todos conocemos…

Los argentinos tenemos esta virtud de creernos un poco técnicos de futbol, un poco psicólogos, de saber un poquito de todo, y esto hace que uno vaya escuchando por ahí, saberes bárbaros, en boca de machos, que dicen tener claro lo que la mujer necesita, precisa o desea:  “Vos viste como son las minas”  “Si yo sabré como son las mujeres, primero te dicen que no y después te dicen que sí.” Disparate de una mirada patriarcal y peligrosa que ha costado ni más ni menos que vidas, y muchas.

Las cosas van cambiando, y esta sociedad lo sabe. Lo que es seguro y hoy empieza a estar en todos los movimientos sociales y cada vez con más fuerza, es que la mujer precisa, legitima y exige, iguales derechos que los hombres. La mujer tiene derecho a su deseo sexual, a su albedrío, a vestirse como quiera, y a desvestirse como quisiera también.

Hace treinta años trabajaba como docente en escuelas de líderes juveniles con chicos de 15/16 años. En el tema “Mitos y verdades sobre la sexualidad” y recuerdo uno de los  afiches: “El hombre que concreta experiencias sexuales con muchas mujeres es un winner, una mujer que hace lo propio con muchos hombres es una puta”. Esa terrible afirmación tenía fuerza de verdad, mito efectivo y devastador en la dinámica de nuestra sociedad. Hoy esto se ha modificado, pero en el imaginario colectivo todavía subyace, repensar la manera de enfrentar lo femenino, que es el gran desafío que tiene el hombre argentino, y  la sociedad argentina toda.

Al “ macho”  le asusta el ascenso de la mujer en todos los planos, pero este movimiento crece desde el pie (como en la canción), y es una fuerza irrefrenable. El miedo del hombre la fortalece, pero aquí se profundiza esta costumbre de los argentinos de vivir agrietados, y la igualdad de la mujer podemos y debemos creo yo, pelearla entre todos.

Rita Segato (feminista de primera hora)  planteaba  una advertencia: “Que la mujer del mañana no sea como el hombre que dejamos atrás". Después de tanta sangre derramada, después de tantas vidas exterminadas, tantas mujeres que han muerto a causa de una sociedad patriarcal, machista, peleemos juntos. Hay muchos hombres (mayoría quiero creer) preocupados por salirse de su zona de confort, de su estereotipo, que se sumen, que sean bienvenidos. Hay en las nuevas generaciones, un convencimiento firme y claro de que las cosas en relación al paradigma hombre-mujer, femenino-masculino son y deben ser distintas.

Chicos de veintipico de años no dudan en pararse donde deben estar. Y sin embargo, en las generaciones anteriores  se escucha el murmullo de una marcada resignación de que los tiempos han cambiado y que deberán “acomodarse” a las nuevas condiciones y paradigmas de esta época. Ellos (y me preocupa)  temerosos afirman: "Hoy en día como están las cosas tenemos que tener mucho cuidado los hombres. Las mujeres están híper sensibles, cualquier cosa que les digas, te linchan". Este será, creo, el  punto a trabajar desde las organizaciones y la sociedad toda.

Y quédense tranquilos estos machos, las mujeres no están sensibles, están hartas, dijeron BASTA, y tenemos que estar a la altura de la circunstancia.  Ella se hace presente en este momento de la sociedad argentina, bienvenida sea.

 Caen canallas, cae el macho soberbio, misógino, despreciador de la calidad humana, pierden las mujeres el miedo a denunciar, sueltan silencios que las han enfermado tanto como los hechos aberrantes que han sufrido. Algunos estandartes absurdos, medievales, como el valor de la virginidad, símbolo de pureza en la mujer han sido derrumbados en muchísimas cabezas, no en todas, por desgracia.

Habrá que replantear también documentos religiosos esenciales que condenan a la mujer, entre otras cosas, a no poder ser libre respecto de las decisiones sobre su cuerpo.
Miremos todos alrededor, seamos los hombres participes de este momento histórico rompiendo pactos misóginos de silencios que enferman. El mañana diferente lo hacemos entre todos, empezando exactamente ahora, y soltemos los hombres los miedos, que un mundo mejor está golpeando la puerta…

“Cambia, todo cambia…”

*Psicólogo especializado en familias y adolescencia. Autor de Generación Ni-Ni, entre otros. Twitter: @AleSchujman