El escándalo desatado alrededor de la vacunación irregular del periodista Horacio Verbitsky que costó la renuncia del ahora ex ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, puso la lupa sobre la falta de ética en las altas esferas de la política argentina. No obstante, la irresponsabilidad ante el manejo de la vacunación contra el COVID19 no es patrimonio nacional, sino trasciende las fronteras internacionales.

Así lo demostró el caso de Chile, donde una ola de vacunaciones fuera de tiempo de unas 37.000 personas tomó trascendencia mundial y se ubicó en el centro de todos los debates.

Según se detectó en los últimos días, se trata de 37.306 personas que no pertenecen a los grupos priorizados (no son adultos mayores, ni personal de salud, ni residentes de hogares de ancianos, ni personal que realiza servicios esenciales o críticos). Al menos 9.517 corresponden a personas que tienen entre 18 a 39 años, de acuerdo a las cifras del Departamento de Estadísticas del Ministerio de Salud.  

Todo inició cuando 11.669 personas que residen en la Región Metropolitana -siendo La Florida la comuna que lidera este indicador- con  recibieron la primera dosis, cuya administración depende de los municipios. Luego, la cifra se elevó a 2.886 personas que no pertenecen a los grupos prioritarios. El ministro de Salud, Enrique Paris, calificó la acción la de “insólita”. Mientras que la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, aseguró, en declaraciones a la radio, que se investigará la denuncia. 

“Que casi 40.000 personas que no tienen factores de riesgo se hayan vacunado antes que personas que tienen una mayor probabilidad de enfermarse grave y morir es perder el espíritu y la transparencia del proceso, que debe estar guiado siempre por normativas técnicas, médicas, y no por algún tipo de presión”, aseguró Claudia Cortés, académica de la Universidad de Chile.