“Ya pasó el #20J y fue un éxito. Ya pasó el #9J y fue aún más exitosa. Se viene el #17A en Honor a San Martín. Esto recién empieza”, reza la proclama independentista y libertaria enarbolada por la cuenta #LosTrollsLesAvisamos. El escenario es Twitter, la arena donde el macrismo duro elige dar su batalla: la de resucitar del inframundo al que el rotundo fracaso de su gestión y el mazazo electoral del año pasado lo empujaron; la de erosionar la legitimidad del Gobierno que lo paseó en las urnas, pero hoy está corriendo una maratón antes de haber aprendido a gatear, y se está cansando temprano. El olor sangre se empezó a sentir en el hastío de una sociedad encuarentenada hace más de 100 días, y los tiburones cibernéticos están a la orden del día. Sobre todo si es feriado.

Un informe elaborado por el Frente Renovador mostró que la actividad de Trolls macristas se incrementó el pasado 9 de julio un 68% con respecto al mismo día de la semana anterior. No es casualidad. El núcleo opositor encabezado por el ex presidente, Marcos Peña y Patricia Bullrich, encontró en las fechas patrias una especie de épica independentista para convocar a la rebelión frente al gobierno totalitario del rojinegro Vladimir Fidel Fernández. Empezaron el día de la bandera, con magros resultados que consiguieron mejorar el jueves pasado, y ya tachan los días en el calendario pensando en el próximo fin de semana largo. Pero sus odas a la libertad y la república parecen prender mejor en seres virtuales que en personas de carne y hueso.

QUÉ DICE EL INFORME

El informe citado cuenta en 153 mil las publicaciones atribuidas a la campaña digital montada por el trollcenter macrista para el pasado Día de la Independencia. Si bien la convocatoria real en las calles fue importante, además de estar limitada por la cuarentena, difícilmente el número de manifestantes se acerque al número de tuits, incluso tomando las setenta concentraciones que se llevaron a cabo en todo el país. Esto muestra un dato de la realidad: con los globos de la alegría todavía pinchados sobre sus espaldas y la dificultad de entablar articulaciones políticas reales que lo posicionen como un jugador titular dentro de la cancha, el ex presidente y su séquito eligen las redes, y Twitter en particular, como el reducto en el cual refugiarse y tirar zarpazos cual fiera herida y agazapada. Tiene lógica su comportamiento. Hoy en día, los jugadores titulares de la oposición que están manejando esas articulaciones políticas en la lucha contra la pandemia son, justamente, quienes le disputan su liderazgo. Y para ellos también hubo murra.

Los datos recabados por el FR muestran a Horacio Rodríguez Larreta como uno de los principales blancos de los trolls. La calificación de “amigo” que le propiciara Alberto Fernández en el acto oficial del 9 de julio lo hizo acreedor de agravios que fueron desde señalarlo como un empleado del presidente hasta llamarlo traidor. Categoría bajo la que también cayó María Eugenia Vidal, quien condenó en un único tuit la agresión al móvil de C5N manifestando que la violencia nunca es la solución, expresión que los trolls se tomaron como un ninguneo a la movilización misma y por la que condenaron a la ex gobernadora a retractarse o la hoguera. Uno de los trolls señalados por el informe que mayor actividad tuvo ese día, Gustavo Frondizi (@GFrondizi ), hasta se animó a enfrentarla en una encuesta con el demócrata Darío Lopérfido. ¿Resultado? Sobre más de mil votos, el 67,7% fueron para el defensor de la teoría de los dos demonios y del “fueron 8000”. Todo con mucho tufillo a interna PRO.

LOS QUE SÍ Y LOS QUE NO

El hashtag #MacriPresidenteYa fue el segundo más utilizado en la campaña, con 11000 publicaciones. Quedó a tan solo 1000 de la principal etiqueta del día, que fue #BanderazoPorLaRepublica, y formó parte de un conjunto tendiente a dejar en claro la lealtad de esta ciber población, expresada en forma inapelable en otro de los hashtag top de la movida: #MacriEsElLider. El video que tuiteó el ex presidente con un fragmento de la entrevista de con la que reapareció en la escena pública, fue una de las armas más utilizadas por los trolls para impulsar los hashtags y fomentar las protestas. Como laderos principales del Líder en las publicaciones del trollcenter, el informe destaca a Pato Bullrich, cuyo twitter podría estar algo celoso frente a los recientes coqueteos de la presidenta del PRO con la centennial Tik Tok, y al infaltable Fernando Iglesias, comandante de poco fuste que, a pesar de intentarlo con todo lo polémico de sus intervenciones, no llega ni a los 2K de RT.

El equipo de los que sí se nutre del ala dura de la oposición, que con pocos lugares de gestión, sin un ámbito concreto donde aportar algo a la lucha real contra la pandemia y con el cadáver de 2015-2019 todavía caliente, se dedica a tirar patadas a propios y ajenos por puro instinto de supervivencia. Según el troll estrella @GFrondizi, el “mejor equipo” formaría de la siguiente manera: Macri (eL líder), Carrió (la decencia), Wolff (el paragolpes), Iglesias (el choque), Bullrich (el motor), Lopérfido (el cerebro), Dietrich (el hacedor), Campagnoli (la isla jurídica), Laura Alonso (el carácter), Pichetto (parte dura), y un banco de suplentes nivel Champions League al que la extensión de estas líneas no permite hacerle honor. Tiemblen potencias mundiales, la próxima copa de la libertad y la república será argentina por portación de apellidos.

La línea que separa semejante Dream Team de los que no, no es ni rojo comunista ni azul peronista. Alcanza el haber condenado las agresiones a periodista durante la concentración, o no haber levantado con énfasis en las redes el patriotismo de los manifestantes, para que la popular digital enardecida putee a sus jugadores como si estuvieran yendo para atrás. Santilli, Grindetti, Jorge Macri, Massot, Monzó y Frigerio fueron los chinchulines, chorizos y morcillas que los trolls macristas acomodaron en esa parrilla al lado de las tiras de asado de Vidal y Larreta. O Macri, o a las brasas.

LA BOLSONARIZACIÓN DE LA GRIETA

Sin demasiada representación institucional totalmente propia, sin la posibilidad de reunirse con otros dirigentes por ser hoy más un ancla que un globo de colores, y sin posibilidad ni la capacidad de ocupar la calle como ámbito de debate público, Macri se recuesta en su guarida predilecta de hace años: el trollcenter de Marco Peña. De allí saltó a la presidencia en 2015, y desde allí espera ahora reposicionarse en un mapa político del que se cayó por su propia inoperancia. Pero su jugada hoy conlleva otros riesgos para el sistema democrático argentino.

No todo debiera valer en política. Comparar un gobierno que ganó las elecciones por paliza hace unos meses con una dictadura; acusar a sus principales referentes de asesinos sin prueba alguna y sin consenso ni de los propios; hablar de faltas de libertades en uno de los países que mejor atraviesa, con lo que tiene, la peor crisis de la humanidad en muchas generaciones; nada de esto tiene que ver con una discusión democrática sobre modelos de país, y forzar una opinión pública inundando las redes con estos discursos, haciéndolos pasar por lo que piensa “la gente”, tensiona de forma inaceptable la coexistencia democrática.

Los discursos de odio y las prácticas extremistas no eran, hasta hace un tiempo, un tesoro preciado para las alternativas de representación política. De ninguno de los dos lados de la grieta se buscaba representar expresiones antidemocráticas, como si del 83 en adelante la dirigencia política hubiera acordado en esos anticuerpos frente al peligro de poner en riesgo la tan costosa democracia. Sin embargo, hoy el odio, el hastío por la cuarentena y la violencia con la que tiende a expresarse, parecen ser un oasis en el desierto para un macri que parece no tener otro discurso desde el cual pararse para volver a ser competitivo electoralmente. Asediado de adentro por un ala responsable de su coalición que trabaja mancomunadamente con el oficialismo para minimizar los dolores de la pandemia, y de afuera por un gobierno que viene conteniendo aceptablemente la catástrofe que se lleva puesto el mundo, el macrismo duro tira mordiscones como perro rabioso desde Twitter, escenario si los hay para la violencia sin costo, donde nadie tiene cara y todo vale.

La grieta se recalienta con estas acciones antipolíticas, y el espejo de Bolsonaro y su tragedia, acá al lado nomás, obliga a poner en valor el sistema democrático, sus canales y formas para la discusión y el debate, y a tener encendidas las alarmas.