Frenética, hiperactiva, súper productiva, sin descanso. Cualquiera de esos calificativos podría servir para nombrar y a la vez quedarle corto a la semana en la que finalmente el Gobierno terminó de despegar del golPASO y su onda expansiva de la semana posterior. Con una dinámica renovada, encabezada por sus nuevas incorporaciones que no dejaron hueco de la cancha sin cubrir, el oficialismo empezó a mostrar esa cara diferente que CFK reclamó a las patadas hace 15 días y que hoy entusiasma a toda la coalición de cara al 14-N.

El primer gran cambio fue la unificación del discurso sobre el mensaje de la derrota. “Escuchamos las urnas, que nos dijeron que ese no era el rumbo y que necesitábamos realizar cambios” puede sintetizarse la idea que, con palabras más palabras menos, circuló por figuras centrales del oficialismo. Lo que había sido un debate (y una disputa) interno en la semana postelectoral, qué cambiar, a qué ritmo, hubo ajuste o no hubo ajuste, y en menor medida también la semana pasada donde los cambios empezaron a concretarse, a partir de este lunes se trasformó en una tropa alineada y avanzando a un ritmo que hasta al periodismo le costaba cubrir. Anuncios que podrían haber sido noticia por días se apilaron uno encima de otro dejando la sensación, más allá de los detalles de cada medida, de una gestión enchufada a 220.

Semana política volumen 1, Frente de Todos: Funcionarios funcionando

El menú abarcó todos los gustos y comensales. El Programa Registradas, para reducir la informalidad en el trabajo en domicilios particulares; el envío de fuerzas federales para combatir el narcotráfico en Rosario; un primer acuerdo con el campo por la exportación de carnes; el plan de jubilación anticipada; el regreso del público a las canchas de fútbol; la apertura de fronteras y de actividades económicas que aún seguían paradas; el proyecto de ley de Fomento al Desarrollo Agroindustrial; la recepción de un préstamo del banco Mundial por U$S 500 millones para la compra de 20 millones de vacunas Pfizer y 20 millones de Moderna, que asegura la provisión hasta el primer semestre del 2022, fueron los más resonantes pero no los únicos.

Economía, derechos sociales, situación sanitaria, planificación estratégica del país y sensación de postpandemia, combo tamaño XXL para cerrar el capítulo de la derrota e iniciar el de la recuperación. Y por si hacía falta agrandar las papas y la gaseosa del combo, la foto de la unidad del jueves entre CFK y Alberto Fernández, ladeados en su reencuentro por los nuevos soldados del gabinete, terminó de marcar el clima que el oficialismo pretende imprimirle a las próximas semanas en las que se juega buena parte de las aspiraciones de su proyecto político.

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RECAMBIOS QUE FUNCIONAN 1: EL TODOTERRENO

Más allá del Gobierno funcionando, resulta imposible escindir esta catarata de medidas y la frenética actividad de la semana de sus nombres propios. Y el primero de todos es, sin lugar a dudas el de Juan Manzur. El nuevo Jefe de Gabinete ya había mostrado su hiperactividad en su primera semana en funciones, ritmo que buscó contagiar por prepotencia del ejemplo y sobre exposición mediática al resto de los Ministros. Pero si la semana pasada ya había sido un debut auspicioso, que empezaba a merecer la capitanía del equipo, los movimientos de estos días despejaron toda duda sobre lo acertado de su incorporación (¿poroto para Alberto o para Cristina?).

Manzur no solo fue la cara visible de todos los anuncios relevantes de esta semana. También cumplió con creces otras dos funciones que se reclamaban a su antecesor: ofició de vocero principal del Gobierno, marcando agenda y asumiendo la presión mediática, y se sentó con los diferentes sectores a los que tiene llegada y que, por h o por b, venían con alguna desconexión con la gestión o demandas irresueltas.

En primer lugar, los Gobernadores. Mano a mano o en reuniones con algún sector, Manzur estuvo esta semana con Jorge Capitanich (Chaco), Omar Perotti (Santa Fe), Sergio Ziliotto (La Pampa), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Mariano Arcioni (Chubut) y Axel Kicillof (Buenos Aires). La selección no es azarosa. En esas provincias el oficialismo pretende y necesita imperiosamente mejorar significativamente los resultados de las PASO para no debilitarse en extremo en el Congreso que asumirá el 10 de diciembre. Particularmente interesada en ellos está CFK, que en la remontada en La Pampa, Chubut y Santa Fe se juega sostener el quórum propio en el Senado.

La cuestión de la exportación de carnes fue el eje más común entre el Jefe de Gabinete y los mandatarios provinciales, pero algunos se llevaron premio doble y hasta triple. Con Bordet se repasó el estado de obras hídricas en Entre Ríos, y se firmaron convenios para renovar estaciones de ómnibus, una red de ciclovías y de colectivos. Perotti, por su parte, capitalizó su visita con la recepción de fuerzas federales para la problemática de la inseguridad en Rosario, y la firma del Proyecto Ferroviario de Circunvalación para Santa Fe. Las medidas se inscriben en una nueva lógica, tallada con mano de un Jefe de Gabinete con experiencia de Gobernador: darle a los mandatarios provinciales recursos para que ellos administren las campañas en sus territorios. Nuevo paradigma, saldo de la paliza electoral en todo el país: 24 provincias, 24 campañas diferentes. Descentralización de la mirada porteñocéntrica.

Pero Manzur no sólo afinó la puntería oficialista de cara a la campaña segmentada por provincias, lo hizo también con los tres principales actores de la economía Argentina. La flamante figura del ejecutivo nacional se reunió con el Secretario General de la CGT, Héctor Daer, con los representantes de la Mesa de Enlace, y con el presidente de la Unión Industrial Argentina, Daniel Funes de Rioja. Por último, se dedicó también a organizar la tropa propia, y mantuvo encuentros grupales o individuales con los Ministros Juan Cabandié (Ambiente y Desarrollo Sostenible), Jaime Perzcyk (Educación), Eli Gomez Alcorta (Mujeres, Géneros y Diversidad), Eduardo Wado De Pedro (Interior), Alexis Guerrera (Transporte) y Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), sin contar los actos o recorridos públicos. También se reunió con el Secretario de Energía, Darío Martínez, la titular de la ANSES, Fernanda Raverta, y hasta el Rector de la UBA, Alberto Barbieri. Agenda todoterreno, muy bien documentada y expuesta para las miradas que busquen un Gobierno proactivo.

RECAMBIOS QUE FUNCIONAN 2: EL TENDEDOR DE PUENTES Y EL QUIJADA DE HIERRO

Uno de los goles más importantes y vistosos dela semana, no tanto en lo económico pero sí en lo político y lo simbólico, lo metió Julián Domínguez. Si hay un conflicto que persigue al kirchnerismo desde hace más de una década, además de la pelea con los medios hegemónicos y concentrados, es la relación con el campo. Ni siquiera hay que irse a las presidencias de CFK, basta recordar el paro agropecuario a la administración actual de principios de marzo del 2020, a raíz de una discusión por tres puntos de retenciones. El aumento desmedido del precio de la carne y la posterior suspensión de exportaciones en mayo de este año, agregaron un nuevo capítulo que amenazaba con agudizarse estas semanas. Hasta que llegó el tendedor de puentes.

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Elegido y bendecido para la ingrata tarea por CFK, con quien habla permanentemente, el Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca escuchó primero las demandas de los Gobernadores de provincias ganaderas, y luego las articuló con los reclamos de la Mesa de Enlace. Resultado: una medida mínima en lo económico, la apertura de la exportación para 140.000 vacas viejas que ni se consumen en el país, se transformó en una bomba mediática y simbólica, el acuerdo entre el campo y el Gobierno. Tal es así, que solo dos días después la Vicepresidenta eligió como instancia para el reencuentro con el Presidente el anuncio del envío del proyecto de ley de Fomento al Desarrollo Agroindustrial. Fue la tercera vez que CFK visitó la Rosa desde el gobierno del FdT, la primera había sido para el anuncio del acuerdo con los acreedores privados externos, la segunda por el funeral de Diego Maradona. Toda una señal, hacia adentro y hacia afuera.

Aníbal Fernández fue ministro en diferentes carteras 18 veces en su vasta trayectoria política. Sin dudas esa experiencia y ese cuero curtido es lo que lo llevó a Seguridad, y lo que hace que su importancia política para el Gobierno desborde su gestión al frente del Ministerio. La semana que termina resulta muy gráfica en ese sentido.

En cuanto a anuncios y medidas concretas, la actividad del Ministro tuvo su pico en el anuncio del envío de 1000 efectivos federales a Rosario y la exposición de un par de operativos anti drogas exitosos en el litoral, pero no mucho más. Sin embargo, como de costumbre y a lo que está llamado, Fernández se mantuvo en primera plana toda la semana a partir de sus puñaladas mediáticas contra detractores del Gobierno, que repartió a diestra y siniestra sin dejar tema de agenda fuera su rango de opinión.

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Participó de la reorganización interna de la coalición con su declaración “esto no es para cagones”, marcando el nuevo perfil de gobierno a la ofensiva; sacudió a la oposición por su proyecto para eliminar indemnizaciones por despidos; retuiteó todo lo que pudo en relación a las citaciones a indagatoria de ex funcionarios macristas, incluido el ex presidente; criticó con una larga lista de argumentos judiciales la iniciativa del Gobierno porteño para que la justicia local pueda revisar fallos nacionales; discutió públicamente con López Murphy y Luis Novaresio, atendió a Fernando Iglesias, a Patricia Bullrich y a Vidal. La lista podría demandar un libro.

Se sabía que la llegada de Aníbal Fernández era para esto, contestar críticas en público, marcar agenda, atacar adversarios políticos y asimilar cualquier misil dirigido al Gobierno. Forjado en mil batallas, su quijada de hierro no se inmuta por más fuerte que sean los golpes. Una tapa que le dedicó la revista Noticias y una respuesta suya sirven para entender de qué juega este marcador áspero en el equipo oficialista.

La tapa muestra su cara dubitativa en casi un primerísimo primer plano, acompañada del título “El regreso del VILLANO”, las mayúsculas son de la publicación. La respuesta citada fue ante una pregunta en la que lo consultaron sobre si la oposición se sentía cómoda discutiendo con él, a raíz de declaraciones de Carrió que lo calificó como “parte de la mafia” y de Vidal que dijo “siempre tiene ataques sin argumentos. A su juego lo llamaron, y no defraudó: “Me quieren subir al ring porque creen que hago ruido. No me voy a subir a ningún ring porque tengo mucho trabajo y ellos están muy al pedo”. Desde el rincón o desde el centro del cuadrilátero, Aníbal sabe pegar y para eso lo pusieron.

Con menos cámaras y luces sobre sus movimientos, otro que empezó de a poco a dinamizar una cartera muy devaluada es Jaime Perzcyk. Junto a Manzur participaron de la ampliación de una escuela secundaria en Avellaneda y la entrega de netbooks en La Matanza. Además, motorizó una reunión con los diferentes sectores e instituciones universitarias para acelerar el retorno a la presencialidad plena, y reunió a todo su gabinete en un encuentro que también fue difundido por Manzur. El Gobierno pagó cara en las PASO la gestión Trotta, y el nuevo Ministro empieza a imprimirle otro ritmo a un área donde la oposición seguirá golpeando en las próximas semanas de campaña.

LA PROVINCIA QUE SE REORGANIZA Y EL PRESIDENTE QUE ESCUCHA

En la provincia también ya se van sintiendo los cambios, aunque con un poco más de suavidad. Aún quedan estanterías por acomodar de lo que fue el terremoto del 12 de septiembre, y el recambio ministerial que Kicillof resistió hasta último momento y del que tuvo que convencerlo la mismísima CFK.

El lunes se reunió en La Plata la que parecería ser la nueva mesa de conducción de campaña bonaerense. Estuvieron Kicillof, Máximo Kirchner, Sergio Massa, Insaurralde, Fernando Espinoza, Jorge Ferraresi y Leo Nardini. Dicho encuentro tuvo continuidad al día siguiente, con Wado de Pedro como anfitrión y la presencia del Gobernador, M. Kirchner, Massa, Insaurralde, Manzur y Alberto Fernández. A todo motor se ajustan detalles para la campaña de sintonía fina territorial con la que el oficialismo bonaerense pretende recuperar lo más posible de los dos millones de votos peronistas que se perdieron entre 2019 y 2021. Los números que analizan muestran al ausentismo como la principal razón de esa merma, y por eso la estrategia será casa por casa y el peso territorial de los Intendentes es un activo de valor incalculable.

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En ese sentido es que se sucedieron muchas reuniones  con los jefes comunales, encabezadas por el flamante Jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, que en espejo a su par nacional tuvo una semana de tanta actividad política y territorial como fotos en las redes. Más importante que decir es hacer y, en la era de la hipercomunicación, también mostrar lo que se hace. Insaurralde recibió esta semana a Intendentes de la Segunda, Cuarta, la Sexta y la Séptima sección, y también se reunió con Intendentes radicales.

Nardini, por su parte, se mostró en el territorio marcando avances de obras públicas y también sostuvo una importante agenda política de reuniones con jefes comunales. El lunes, de hecho, estuvo con Ariel Sujarchuk, a quien calificó de amigo y quien es su ladero político en la Primera Sección. Sujarchuk estuvo en el ojo de la tormenta por sus fuertes críticas a la gobernación de estos días y sus dichos sobre la dificultad para levantar la elección. De la reunión participó Diego Benítez, quien estuvo al frente de Infraestructura en Escobar y ahora se suma como hombre de Sujarchuk al equipo de Nardini para el Ministerio provincial. Habrá que ver si ese lugar acerca posiciones entre el Intendente de Escobar y la gobernación, pero lo cierto es que Nardini ya juega de nexo.

Con este contexto de reordenamiento político del frente y nuevos jugadores de importante protagonismo, el que también reorientó su rol fue el Presidente Alberto Fernández. Desgastado en la etapa anterior por una sobrexposición que lo llevó a varios errores no forzados, la estrategia actual parece ubicarlo en un rol más territorial y de cercanía con la gente. Algo así como si hubiera habido un enroque, y mientras Ministros, Gobernadores e Intendentes pasan a una primera plana mediática y política, el Presidente baja a reconectar con el pueblo del que se alejó.

El lunes visitó de sorpresa el comedor de aeroparque, en el que dialogó con trabajadores y trabajadoras aeronáuticos. El martes visitó una cooperativa en Lanús que da trabajo a personas que pasaron por la cárcel, donde se mostró dialogando con los cooperativistas. El miércoles estuvo reunido con vecinos en una casa de Ensenada, y el mensaje del video que grabó y subió desde su cuenta de Twitter sintetiza el espíritu de este nuevo perfil que busca adoptar y mostrar: “a mí me importa escucharlos, es tiempo de escucharnos un poco más”.

El mensaje de las urnas parece haber calado hondo en el oficialismo y la respuesta, unas semanas más tarde y no sin turbulencias internas, empieza a edificarse. Mostrar un Gobierno activo, resolutivo, empático y atento a las necesidades de la gente de a pie, pareciera ser la reacción frente a la deslucida imagen que se instaló tras las PASO de una gestión endógena, alejada de los dolores populares y de peleas palaciegas que obturaban las resoluciones a los problemas de los argentinos. En las antípodas de la respuesta del macrismo frente a la derrota en las PASO 2019, el oficialismo no se puso a discutir ese mensaje y esa imagen de las urnas, lo asimiló como pudo y comenzó a trasladarlo a un nuevo perfil de gestión. Restará que ver si alcanza para llegar al 14-N, aunque en realidad todas las miradas estén puestas en el 2023.