Durante lo que fue el proceso electoral de 2015 ya se podían observar las intenciones de Cambiemos en lo que refiere al accionar internacional del país. Eslogans como “Argentina debe volver al mundo”, “necesitamos recuperar la credibilidad internacional” y “vamos a lograr una lluvia de inversiones” se repitieron una y otra vez en su campaña.  Iniciándose el tercer año de gestión la pregunta es… ¿realmente se lograron?

Si se analiza en términos fácticos, la realidad es que el oficialismo aún no ha podido cumplir con sus objetivos propuestos en campaña, especialmente en lo que refiere a la llegada de inversiones. Apreciación que toma más relevancia al observar las recientes declaraciones del canciller argentino Jorge Faurie, quien aseguró que “no habrá lluvia de inversiones como se dijo”, a lo que sumó que “los empresarios se toman su tiempo y las inversiones tardan en llegar”.

En términos geopolíticos, es innegable el accionar de Mauricio Macri, quien no sólo apunta a obtener relevancia a nivel regional sino también a nivel internacional, como parte de un grupo de nuevos líderes políticos con ciertos patrones en común, entre los cuales se encuentran Donald Trump (EEUU) y  Emmanuel Macron (Francia).

Si bien la marcada intensificación de las relaciones de Argentina con las principales potencias mundiales –principalmente occidentales- ha sido eje de diversas críticas, también ha alcanzado algunos objetivos en la dimensión simbólica, como por ejemplo haber sido sede de la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio en 2017.

En este punto es interesante analizar el vínculo con Estados Unidos, con quien Argentina claramente ha adoptado el acercamiento político-diplomático como estrategia para lograr avances relacionados tanto a la anhelada llegada de inversiones como así también a la concreción de nuevos acuerdos comerciales.  El apoyo en diversos temas como Venezuela y la lucha contra el terrorismo son muestra clara de la actual estrategia exterior argentina. ¿Funciona?

Al día de hoy está claro que el apoyo diplomático del país hacia la administración Trump no se traduce en concretos avances económico-comerciales. Incluso el propio Donald Trump –en relación a la problemática de los limones argentinos- declaró en tono irónico hace un tiempo atrás “yo quiero hablar de Corea del Norte y Mauricio de los limones”.  Frase que deja en evidencia el desfase que existe hoy por hoy entre las intenciones de ambos gobiernos.

Es cierto que el cambio de presidencia en EEUU marcó una nueva dificultad en las relaciones bilaterales entre ambos países, especialmente teniendo en cuenta la principal variable que Trump introdujo en el escenario internacional: ser impredecible. Actitud que queda en evidencia, por ejemplo, en el arancel aplicado sobre las importaciones de biodiesel argentino.

No obstante –y como se mencionó anteriormente- la estrategia exterior argentina no se limita sólo al vínculo con el país norteamericano sino que apunta a una lógica de “horizontes diversos”, donde otros actores poseen gran relevancia a la hora de buscar socios comerciales. El intento fallido de negociar un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea es un claro ejemplo en este sentido.

Considerando lo dicho hasta acá, se observan dos cuestiones principales que se presentan como grandes obstáculos a Cambiemos: por un lado, el desencuentro existente entre las aspiraciones del macrismo y la coyuntura internacional, donde actualmente las tensiones político-militares predominan por sobre las voluntades cooperativistas; por otro lado, existe una contradicción entre la imagen internacional que se presenta y la realidad nacional que se atraviesa.

En consonancia, existe una brecha entre lo que el gobierno de Cambiemos está logrando en términos diplomático coloquiales y lo que está logrando en términos concretos. Mientras se afirma que el país “ha vuelto al mundo”, la realidad es que las principales calificadoras de riesgo a nivel internacional aseguran en sus evaluaciones que nuestro país –y junto con él los instrumentos financieros que se emiten- son más vulnerables que en el período previo al 2016.

Lo cierto es que aún le quedan dos años de mandato a Cambiemos. Será importante de observar si se logran nuevos avances en pos de alcanzar plenamente los objetivos de campaña.