Que la sociedad argentina está partida en una polarización que a veces acciona perjudicialmente sobre la racionalidad de decisiones relevantes, no es ninguna novedad. Incluso en un fin de año que asoma con cierta estabilidad y perspectivas de recuperación, la grieta sigue marcando la opinión de una sociedad dividida. Desde las últimas semanas de octubre, una serie de movimientos configuraron un escenario más calmado que el de los frenéticos meses de septiembre y octubre: CFK escribió una carta llamando a la unidad nacional para estabilizar el dólar y apuntar a la recuperación económica; Martín Guzmán se hizo definitivamente dueño de la pelota en Economía, aguantó la presión de hacerse cargo de ciertas demandas del establishment económico para abrir el diálogo, y se rumorea un rápido acuerdo con el FMI; los popes de la economía del país hicieron algo que hasta ahora no habían hecho, se sentaron con el Gobierno a negociar; se contuvo la corrida sobre dólar y se acortó sustancialmente la brecha entre el oficial, los financieros y el blue, haciendo que ya casi no sea negocio la compra/venta minorista; la contención de la pandemia en la meseta de altura en la que se encuentra, permitió anunciar el fin del ASPO, que ya sucedía de hecho; los números de la actividad económica crecen, con especial atención en la actividad industrial, que mostró mejores indicadores incluso que el mismo período del año pasado; y finalizando una enumeración que podría ser más exhaustiva, el Gobierno se anotó tal vez el mayor éxito político desde que está en el poder: la Argentina podría contar, entre diciembre y enero, con las dosis necesarias para vacunar contra el COVID a un 4% de su población aproximadamente, si se suman los diferentes laboratorios con lo que se conocieron gestiones.

Esta pareciera ser la foto de una situación que debería ser muy favorable a la imagen del Gobierno. Pero, ¿qué dicen lo números de la opinión pública?

NI LA VACUNA SALDA LA GRIETA

Durante los difíciles meses desde que comenzó la pandemia, una única solución al trastoque de todas las vidas se dibujaba en un horizonte incierto, que nadie podía decir cuándo llegaría: una respuesta desde la medicina que lograra doblegar al nuevo virus que puso de rodillas al mundo entero; en criollo, la vacuna contra el COVID. Como la carrera al espacio de mediados del siglo pasado, el planeta asistió durante todo el año al espectáculo de ver qué potencia mundial sería la primera en conseguir esa cura frente al enemigo invisible. Finalmente, al menos dos laboratorios informaron que sus vacunas demostraron más de un 90% de efectividad en la generación de anticuerpos contra el COVID, y la Argentina anunció la adquisición de millones de dosis que podrían llegar antes de fin de año. Todo pareciera indicar que el país tiene motivos para celebrar el inicio de un cambio de etapa en la lucha contra la pandemia. Sin embargo, las encuestas no dicen lo mismo.

La consultora Analogías publicó un estudio realizado entre el 8 y el 9 de noviembre en el que se indagó a 2768 personas de las 24 provincias del país, entre otras cosas, sobre sus opiniones alrededor de la noticia de la vacuna. Un 52% de la muestra opinó que no confía en los organismos internacionales especializados para garantizar la seguridad y efectividad de las vacunas, mientras que el 43% sí manifestó su confianza. Sería interesante conocer cuánto de ese 52% alguna vez se cuestionó lo mismo a la hora de aplicarse cualquier otra vacuna. En otra pregunta, el 49,9% expresó que no cree que en los próximos meses se pueda inmunizar a una parte importante del país, a partir de la vacuna, a la vez que un 43,7% opinó que sí. La polarización se mantuvo frente a la pregunta sobre si la vacuna debería ser obligatoria: 49,1% opinó que no, 40,7% que sí, y un 10% se mantuvo indeciso.

La grieta, hasta en la vacuna: la mitad cree que debería ser obligatoria, la otra mitad la rechaza

Ante la consulta de Diagonales, Marina Acosta, Directora de Comunicación de Analogías, expresó que “observamos un alto porcentaje de desconfianza; esa desconfianza está claramente superpuesta con las opiniones políticas que se ubican en el campo opositor, de manera que tienen una muy clara correlación”. Ni la noticia que todo el país espera desde marzo pareciera saldar la grieta. Por otro lado, Acosta se refirió otro aspecto relevante: la comunicación del Gobierno. Un 23,4% de sus encuestados manifestó no estar al tanto de las gestiones gubernamentales para acceder a una vacuna. “Se abre para el Gobierno un verdadero desafío informativo, de comunicación y educativo acerca del tema vacunas. En el segmento de los sectores populares la no información sobre este tema alcanza el 32%. Allí tiene que trabajar la comunicación del gobierno” expresó Acosta, y agregó “En cualquier caso, es imperativo una tarea activa de información sobre este tema que pueda disputar la agenda de desprestigio hacia los científicos e infectólogos que se ha activado desde los medios concentrados y que la oposición dura también fogonea y reproduce”. Su lectura se condice con otro dato del estudio: un 48,8% de la muestra opinó que los medios de comunicación y periodistas no están siendo responsables en la cobertura de la pandemia. En la acción de los medios podría encontrarse una explicación para el hecho que una noticia tan esperada, en vez de unir a la sociedad en un festejo o al menos en una mejor expectativa, siga reproduciendo su división.

Otras mediciones refuerzan estas lecturas. La consultora Reyes Filadoro encuestó entre el 7 y el 9 de noviembre a 800 bonaerenses, de los cuales el 59% manifestó que se pondría la vacuna rusa, mientras que el 41% opinó que no lo haría. Sin embargo, resulta llamativo el desglose de estos porcentajes. La consultora informó que, de los votantes de Macri en 2019, solo un tercio expresó que se pondría la vacuna rusa. Como contracara, el 82% de los encuestados que manifestó tener una imagen positiva del Gobierno nacional, y el 78% de los votantes del Frente de Todos en 2019, se inclinaron por el sí ante la pregunta sobre aplicarse o no la Sputnik V. De los consultados mayores de 50 años, el 65% se la pondría. Entre quienes respondieron que no se la aplicarían, el 64% manifestó que su negativa se debe a una desconfianza en la vacuna rusa en particular, un 12% porque no confía en ninguna vacuna, y un 24% porque cree no necesitarla. De aquellos que no creen necesitar la vacuna, el 51% son votantes de Juntos por el Cambio.

Otra encuesta reciente, elaborada por el grupo Move sobre una base de 1200 casos, arrojó que el 42% de los encuestados estaría dispuesto aplicarse la vacuna rusa, el 35% no lo haría, y el 23% restante se manifestaba indeciso. Frente a una pregunta por la confianza que genera la Sputnik V en relación a otras vacunas, un 18% de la muestra opinó que confía más en la rusa, el 30% que confía igual en todas las vacunas, y un 29% que confía menos en la procedente de las tierras de Vladimir Putin.

La grieta, hasta en la vacuna: la mitad cree que debería ser obligatoria, la otra mitad la rechaza

REPUNTA LA IMAGEN DE ALBERTO, SE DESPLOMA LA DE MACRI

La polarización tiene nombres, apellidos y rostros. Desde la reaparición del ex presidente en la escena pública, el Gobierno eligió confrontar con quien aparece como la figura más débil de las primeras líneas en una oposición que tampoco logra mostrarse unificada. En esa polarización, y con el contexto antes descripto del Gobierno nacional tomando la iniciativa y ordenando el frente económico, en la esfera de lo político también empiezan a brotarle algunos frutos. En el estudio de Analogías Alberto Fernández recuperó tres puntos de imagen positiva, que se ubicó en el 60,8%. Más allá de lo considerable del porcentaje, el dato surge de que este repunte es el primero desde que el Presidente tocara su techo allá por el inicio del ASPO hacia fines de marzo/abril. Luego de unos seis meses de caída, paulatina pero sin freno, la percepción positiva sobre el Presidente se recupera, a la par que cae la del ex primer mandatario. El 69,3% de los consultados opinó que las declaraciones y entrevistas de Macri no son constructivas para el país, y un 60,6% manifestó que el Gobierno de AF hizo lo correcto al no seguir el rumbo económico del gobierno anterior.

“Creemos que la reacción de política económica y una mayor coordinación de los aspectos fiscales y monetarios, por un lado, y las perspectivas ciertas de mitigación de la pandemia por medio de un plan de vacunación extenso para el primer trimestre de 2021 tributaron al gobierno nacional y a Presidente un margen de apoyo mayor” explica la Directora de Analogías refiriéndose al alza de la imagen de AF. Sobre la otra cara de la moneda, le expresó a diagonales que “por el fracaso de su Gobierno, Macri aparece muy deteriorado ante la opinión pública. El expresidente representa, de todas maneras, una referencia insoslayable para los sectores antiperonistas”.

Otro dato interesante que reveló la encuesta, es que un 58,9% de los consultados opinó que la oposición en su conjunto no está colaborando con el Gobierno nacional para enfrentar la crisis, y solo un 30,6% expresó que sí. Al respecto, Acosta expresó que “en todos estos meses hemos visto, en efecto, muchos movimientos oportunistas de la oposición más radicalizada. Querer sacar ventaja en momentos tan duros como los que atraviesa el país tiene su costo. La ciudadanía pasa factura”. Sin embargo, más allá del repunte de la imagen del Presidente, este castigo a la oposición tampoco se expresa de forma muy marcada en las expectativas económicas de la población ni en la aceptación de las medidas gubernamentales para paliar la crisis.

Si bien el 52% de los consultados por Analogías se manifestó de acuerdo con las medidas del Gobierno para enfrentar la pandemia, la cosa cambia cuando se pasa al plano económico. La inflación ya aparece como la mayor preocupación de la sociedad, por sobre el miedo a contagiarse, el desempleo o el colapso del sistema de salud. En otro punto relevante, el 51,9% manifestó que el Gobierno no está actuando en forma suficiente para enfrentar el aumento de la pobreza durante la pandemia, y el 48% cree que su situación económica será peor en los próximos dos años. Esta tendencia se corrobora en otras mediciones. En la citada encuesta de Move, el 63% de los consultados dijo estar peor que el año pasado, y un 46% cree que estará peor dentro de un año. Otra medición a nivel nacional, de los grupos D´Alessio IROL y Berenztein reflejó que el un 75% de la muestra manifiesta estar peor que el año pasado, y un 55% cree que estará peor dentro de un año.

Más allá de los matices en los porcentajes, resulta interesante observar que, a pesar de la cierta recuperación del gobierno y la profundización de la caída del ala dura de la oposición encabezada por Macri, ese desplazamiento no se traslada directamente hacia la percepción sobre la gestión del Gobierno nacional. Y esto habilita la pregunta por si el contexto actual no está generando un caldo de cultivo para posiciones anti políticas que, desde la crítica a ambos lados de la grieta, no se identifiquen con ninguno. Consultada al respecto por Diagonales, Marina Acosta expresó que “desde el sector más duro de la oposición se promueven, efectivamente, posiciones antipolíticas. Se intenta instalar la idea de una crisis de representación política como la que se vivió en el 2001-2002 y eso, en realidad, no ocurre. Estamos atravesando una crisis muy dura, el contexto socioeconómico es frágil y hay demandas sociales pero la ciudadanía no pide “que se vayan todos”.

LAS PASO Y LOS EMPRESARIOS

En relación a lo anterior, el estudio de Analogía midió la opinión de la sociedad sobre la realización o no de las primarias del año que viene, tema que apareció en agenda en las últimas semanas. Otra vez se expresó una división en mitades casi iguales, donde el 42% opinó que sí deberían realizarse, y el 40,5% que no, con la particularidad de un 17,5% que contestó no saber su respuesta. “Yo diría que hoy para una gran parte de la ciudadanía las PASO no están en su agenda de preocupaciones” dijo la Directora de la agencia al respecto.

Lo que sí logra romper la polarización en la opinión pública argentina es la percepción sobre los grandes empresarios. En la consulta de Analogías, el 67,5% de los participantes expresó que no considera que el gran empresariado esté colaborando en la recuperación económica de la Argentina. “Desde el inicio de nuestras mediciones en el contexto pandémico, en marzo, observamos esta tendencia: 7 de cada 10 argentinos cree que los grandes empresarios no colaboran en la recuperación económica. La visión que tiene la opinión pública sobre ellos siempre se ha mantenido igual de negativa” le dijo Acosta a Diagonales. Un dato no menor estando a las puertas de una discusión profunda que se deberá encarar en el país sobre qué aportará cada sector para la reconstrucción nacional. Discusión que tuvo un primer round ganado los propulsores del ajuste en la confirmación de que no habrá un IFE cuatro, y que tendrá una reedición en el Congreso Nacional el próximo martes cuando se trate, finalmente, el aporte extraordinario de las grandes fortunas.