El modelo de inserción internacional de Argentina sufrió un cambio drástico en los últimos años con la llegada al gobierno de Cambiemos. En materia de política comercial el cambio propuesto no es más que una vuelta a las políticas neoliberales características de la década del ´90. La novedad hoy es que el país va a contramano de varias de las potencias con las cuales pretende forjar alianzas estratégicas. En un mundo cada vez más proteccionista, la estrategia de “inserción inteligente al mundo” básicamente implica, en su aspecto comercial, una apertura unilateral del mercado argentino a los productos importados y la firma de tratados de libre comercio sin condicionalidades.

Ya hay indicios del fracaso de esta estrategia que, a su vez, desmienten algunos mitos sobre la llamada “pesada herencia” y el “aislamiento del mundo” vivido por el país durante los gobiernos kirchneristas. Como ejemplo, el índice de apertura (cuánto comerciamos en función del tamaño de nuestra economía) cayó del 30% (2003-2015) al 20% (2016-17), aunque el país está más abierto que en los ´90s (15%).

En materia de integración, el Gobierno viene proponiendo “modernizar” el MERCOSUR. Esto implica flexibilizar el bloque, eliminando su obligación de negociar -en conjunto- acuerdos comerciales con terceros países, y el apuro político por cerrar el acuerdo de libre comercio MERCOSUR-UE sin mayores concesiones por parte de los europeos para el ingreso preferencial de nuestros productos. Esto enviaría “señales a los mercados” para lograr la tan ansiada “lluvia de inversiones”. De lograr avanzar en esta agenda, se estaría dejando un esquema de integración que, como bien entendió Bolsonaro, trascendió lo meramente comercial, donde Argentina pudo vender su producción industrial y pelear una “apertura inteligente” de mercados. Este nuevo MERCOSUR funcionaría como mera plataforma de exportación de productos primarios o con un bajo grado de elaboración, importando productos industriales del resto del mundo.

Mientras tanto, el tan ansiado y prometido “supermercado del mundo” importa cada vez más alimentos (según datos de la consultora Radar, se registraron aumentos de importaciones de manzanas y dulce de leche chilenos, zanahorias y pasas de uva indias, queso fresco estadounidense, espinaca belga, fideos italianos y arvejas neozelandesas, entre otros).

El problema ahora es que Argentina plantea una estrategia de apertura dentro de un contexto internacional muy complejo. Nuestros principales socios comerciales fortalecen su estrategia multipolar (Brasil), nos compran principalmente materias primas o productos poco elaborados (China), o adoptan políticas proteccionistas (Estados Unidos).

Una estrategia de inserción internacional inteligente debería entonces apuntar a fortalecer nuestros vínculos regionales y una cooperación, tanto con el Sur como con el Norte, que nos permita colocar nuestros productos industriales. Flexibilizar el MERCOSUR, sobre todo dentro del contexto global actual, sólo nos llevará a profundizar el proceso de reprimarización de nuestra economía.

* Doctora en Economía y actualmente trabaja como Investigadora de CONICET/IIEP-BAIRES y docente de la FCE-UBA. Representó (como Directora Ejecutiva) a Argentina en el Banco Interamericano de Desarrollo (2014-2015). En colaboración con Mariela Bembi: economista y socióloga, especialista en relaciones y negociaciones internacionales. Ex directora nacional de política comercial externa (2014-2015)