Todo se construye y se destruye, tan rápidamente

Que no puedo dejar de sonreír

 

Charly García, Parte de la religión

Los números no están bien. La pobreza aumenta, la inflación no baja, el dólar se estabiliza de a ratos, la deuda crece, la actividad industrial y comercial declina. De aquel escenario próspero que prometía el propio Mauricio Macri en 2015, no queda casi nada. El rumbo económico es de una interminable incertidumbre para el conjunto de la sociedad que por ahora solo conoce la cara más pesada: tarifazos, retraso salarial, baja del consumo, situación del empleo que comienza a despuntar ya como un elemento crítico. Como era de esperar, los ojos de la ciudadanía se posan sobre el gobierno de quien siempre se esperan las soluciones o al menos algunas respuestas. 

El pico de imagen positiva que había logrado durante el proceso electoral de 2017, alimentado por una fuerte suba en la obra pública, esto es, mayor dinero en el mercado, comenzó a verse erosionada a partir de diciembre, reforma previsional mediante. Desde allí, la imagen del gobierno en su conjunto y de sus principales referentes ha ingresado al peor momento desde su llegada a la conducción del Estado

A la situación económica se le debe sumar el modo en que la alianza Cambiemos se manejó en la recaudación para la campaña electoral, que implicó también la afiliación compulsiva de decenas de personas al PRO. La noticia sobre esta práctica tardó varias semanas en alcanzar una mayor difusión y nunca el nivel que otras noticias similares suelen alcanzar. El cerco mediático del que gozan los distintos gobiernos macristas, tiene sus beneficios. Esa protección no es equivalente en las redes sociales, donde el tema de los “aportantes truchos” estuvo fuertemente presente en ese mismo período en que los grandes medios no lo levantaban. ¿Fueron las redes claves para que el tema ganara mayor espacio? ¿La sola acción desarticulada de la ciudadanía alcanza para que el tema se amplifique? Son preguntas relevantes sobre las que aún no tenemos respuestas acabadas, pero que nos dicen que las formas y los medios de comunicación y expresión (y presión) están cambiando.

Estas cuestiones dan cuenta que hacer mención a la imagen de un gobierno y de sus líderes, remite a un universo quizás cada día más complejo, pero cuya matriz sigue “formateada” por una dimensión clave: la cuestión económica y social.  Lo descubrió el gobierno cuando percibió el rinde decreciente del timbreo e instalaciones varias. Por allí, no podría obtenerse mayores recursos de popularidad. Pero tiene un problema aun mayor: su convicción en un ajuste que por ahora se encuentra lejos de finalizar y que por otra parte se aplica sin colchón. Por caso, en estos días se conoció un estudio que advierte que las jubilaciones perderán entre 3 y 5 puntos frente a la inflación en 2018. Esta situación lo coloca en una situación frágil: el gobierno sabe que la reconstrucción de la imagen no podrá esperarse que provenga de buenas noticias económicas, sencillamente porque no las habrá por un buen tiempo.  

Y aquí es donde puede verse la raíz de la cuestión cuando falta solo un año para la realización de las PASO. Más allá de si la imagen de Macri está 5 puntos más o menos según cada encuesta, la pregunta que recorre la política actual es en cuáles condiciones llegará Macri a la reelección…O si renunciará a ella. Solo el hecho de que esa pregunta sea formulada en los debates políticos, muestra a las claras el difícil horizonte que el gobierno atraviesa respecto de esa cuestión.

Mauricio Macri puede ser reelecto desde luego, pero no es hoy un dato dado. Y no lo es porque las fuerzas del gobierno no trabajarán por acondicionar la economía a las demandas del conjunto de la sociedad sino, por el contrario, seguirán pugnando para que la sociedad acepte y acompañe las políticas económicas del gobierno, incluso aquellas que deterioran el nivel de vida de las mayorías.  La reconstrucción de la imagen no será por esa variable. El gobierno no lanzará políticas que atiendan esas demandas, lo hará solo marginalmente, como nos lo ha demostrado hasta ahora. En ese marco entonces, ¿Lograrán ese cometido los hechos derivados de los llamados “cuadernos de la corrupción”? ¿Podrá el macrismo beneficiarse de una investigación periodístico-judicial que en principio salpica al kirchnerismo? La información que circula sobre todo esto es sumamente confusa y la causa judicial plagada de procedimientos poco atados a derecho. Probablemente afecte la imagen de sectores opositores pero: ¿le alcanzará al macrismo para reconstruir la suya? De cara al 2019, no se trata sólo de reconstruir imagen frente a la sociedad, sino de generar una nueva promesa si pretenden un nuevo período de macrismo. No es imagen. Es política.  

*Politólogo. Docente universitario UBA, UNAJ, UNLP. Twitter: @sergiodepiero