Tras la llegada de Cambiemos al poder se anunciaron reiterados aumentos en las tarifas. Estos “tarifazos”, en gran parte, impactan de manera negativa en el consumo masivo de bienes y servicios.

Según datos del Índice de Precio del Consumidor (IPC) de la Ciudad de Buenos Aires entre Diciembre 2015 y Marzo 2018, la electricidad aumentó un 1.136%, el gas un 460%, mientras que el agua lo hizo en 470%. Estos valores se encontraron muy por encima al nivel general de precios, y desafortunadamente, al aumento en el ingreso de los asalariados. En el siguiente gráfico, se puede observar, la evolución del IPC para cada rubro a lo largo de la serie.

El bolsillo de los consumidores

En 2015, los subsidios en energía rondaban en 173 mil millones de pesos (11,2% del total del gasto público consolidado). Esto sucede, aún a pesar que en años anteriores hubo un congelamiento en el precio de las tarifas, el estado cubría gran parte de los aumentos generados por el incremento de los costos de producción de los servicios.

La diferencia entre el precio real del servicio y el abonado por los usuarios a fin de mes era subsidiada por el Estado Nacional. Este gasto público, debía ser financiado por emisión monetaria, y tal como la teoría monetarista define, podría generar inflación. A posteriori el nuevo gobierno comenzó un plan de ajuste para la reducción de la emisión monetaria ocasionada por el déficit fiscal. Primeramente se pasó a una disminución en los porcentajes de los subsidios. ¿Realmente fue esta la única manera de hacerlo?

De las analizadas alternativas, la primera podría haber sido un aumento mensual controlado, es decir, la disminución gradual de los subsidios mes a mes. Esto repercutiría de una manera menos brusca en el bolsillo de los consumidores. En cambio, si se hubiera aplicado un ajuste con un modelo de shock, el impacto en los bolsillos de los usuarios hubiera sido extremadamente fuerte, más que el actual, aunque se hubiese alcanzado los objetivos de la meta fiscal antes de tiempo. Esto hubiese tenido un efecto negativo en las condiciones sociales de Argentina.

Si bien era cierto que muchos usuarios a fin de mes abonaban una factura muy por debajo al valor real a lo consumido, el hecho de un cambio en la factura tan brusco podría generar fuertes complicaciones económicas a fin de mes en muchas familias.

La forma óptima de control sobre el déficit fiscal sería aquella que no reduzca bruscamente el ingreso disponible, ni tampoco que el aumento de las tarifas genere un fuerte incremento en los costos, disminuyendo en el corto plazo el salario real de las familias. De todas formas, apoyo y comparto medidas que conduzcan al crecimiento económico estable, como además una mejora en las condiciones sociales y un correcto desarrollo para el país.

*Docente e Investigador. CIMaD - EEyN (UNSAM). Twitter: @FedeFavata