El Banco Central dio a conocer el martes una serie de medidas que recrudecen las actuales restricciones en el mercado de cambios con el objetivo de desalentar la demanda de dólares para el atesoramiento. Ante la falta de divisas, el Gobierno decidió priorizar el acceso al dólar por parte del sector productivo y evitar una devaluación que tendría consecuencias negativas para la economía. Entre lo más resonante del anuncio se encuentra la modificación que se realiza en torno a la compra mensual de 200 dólares. El cupo de compra se mantiene, pero, además del impuesto PAIS, se agrega ahora un 35% adicional a cuenta del impuesto a las ganancias o bienes personales.

Las personas que no estén alcanzadas por ninguno de estos dos impuestos podrán tramitar la devolución en enero del año entrante. Lo mismo sucede con las compras realizadas con tarjetas de crédito y débito con la salvedad de que aquí no hay límite de cupo, es decir se puede gastar lo que se desee, pero esto corre contra el cupo de compra mensual. En otras palabras, si una persona gasta 400 dólares en una compra de tarjeta de crédito o débito, tiene cubierto el cupo mensual en el mercado de cambios por dos meses.

Si bien estas fueron las medidas que más ruido hicieron en el debate público, no fueron las únicas. Para garantizar la estabilidad de las reservas, el BCRA optó por prohibir que los agentes financieros no residentes en el país operen en el mercado de cambios liquidando títulos en moneda extranjera. Asimismo, se propone un plan de reestructuración de deudas en moneda extranjera del sector privado a empresas que tengan compromisos mensuales superiores a 1 millón de dólares, para que las mismas puedan alinear sus obligaciones con la situación de las reservas del país. Vale aclarar que esta medida afecta alrededor de 10 empresas. Por último, la entidad monetaria pretende incentivar la participación de las PyMEs en las líneas de financiamiento en dólares para exportaciones, quienes históricamente han estado relegadas en el acceso a estas líneas de crédito.

En resumen, se encarece el dólar ahorro y las compras con tarjetas llevando el valor de la divisa en torno a los $130 por dólar, se prohíbe a los no residentes realizar liquidaciones de títulos en dólares, se prioriza el acceso a las financiaciones en moneda extranjera para las PyMEs y se propone una reestructuración de grandes deudas en dólares por parte del sector empresario. Todo esto, como dice el título del comunicado de la entidad monetaria, para contar con las divisas necesarias para la recuperación económica.

La gran pregunta es si este incremento de las restricciones cambiarias tendrá algún efecto sobre los precios de la economía. La respuesta a esta pregunta es un rotundo no, no hay ningún argumento económico para que esto suceda. Si bien se encarece la compra de dólares para tenencia, el tipo de cambio que se utiliza para la actividad productiva y para las importaciones y exportaciones no se modifica y se mantiene alrededor de los $79. Por lo tanto, el valor del dólar que se relaciona con los precios de la economía no sufre variaciones por lo que no debería esperarse impacto alguno en el costo de vida de las personas ni en los insumos de las empresas. De todas formas, es claro que la política del Estado nacional debe mediar para que esto se verifique en la práctica.

La falta de dólares, un problema histórico en la Argentina reciente

Sin duda que estas medidas generaron un rechazo en un amplio sector que mes tras mes hacía uso del cupo de compra de dólares. El Frente a la escasez, gobierno decidió priorizar que el sector productivo acceda a los mismos. Ahora bien ¿por qué se llega a esta decisión? ¿son suficientes estas medidas para resolver el problema en el frente externo? ¿es la mejor medida que se pudo haber tomado?

Repasemos los antecedentes cercanos para entender por qué se llega a esta situación. Durante los últimos cuatro años y los meses del corriente, Argentina se enfrentó a un serio problema en el sector externo. Durante el gobierno de la alianza Cambiemos el grueso del endeudamiento público se volcó a financiar mayoritariamente la fuga de capitales: alcanzó los 86.000 millones de dólares. Por otra parte, las reservas del Banco Central se encuentran en franca caída. Si tomamos como referencia enero de 2018, el año donde se llegó al acuerdo stand by con el FMI y a partir del cual se incrementó la fuga de capitales, las reservas cayeron un 27% a diciembre de 2019 y a julio del 2020 esta caída se profundizó en un 3% adicional.

En este marco de situación se sumó el significativo incremento de la compra de dólares para tenencia. La compra de moneda extranjera por todo concepto por parte de las personas humanas aumentó un 275% de enero a julio de este año. Aunque si se observa la evolución de la compra de dólares específicamente para tenencia, ésta se incrementó en 26 veces de enero a julio, lo que significó 740 millones de dólares en ese mes. Los dólares son un bien escaso y la economía argentina los necesita para desarrollarse. La restricción externa es lo que los economistas llaman a la falta de dólares que la industria necesita para desarrollarse, es decir que las crisis se producen cuando no se cuentan con los dólares necesarios para el desarrollo económico ya que egresan más dólares de los que ingresan. Si bien este fue un problema histórico de nuestra economía, hoy en día lo es aún más. Frente esta encrucijada el gobierno optó por garantizar las divisas que el sector productivo necesita para importar los insumos para su desarrollo, desalentando la demanda de la tenencia. Esto explica la decisión tomada el pasado martes.

El aumento de las restricciones nunca son la mejor opción que un gobierno puede tomar, principalmente debido a que son la manifestación de un problema que existe en la economía. Sin embargo, el gobierno optó por el mal menor. Otra alternativa para solucionar la falta de dólares en el corto plazo es provocar una devaluación de la moneda. El problema de esto es que, cuando se produce una devaluación, pero el tipo de cambio real está en niveles competitivos (como sucede en este momento), esto suele traducirse en una suba generalizada de precios, lo que hace reducir el salario real y automáticamente aumentar la pobreza y la indigencia. Ahora bien, las nuevas restricciones pueden servir para resolver el problema en el corto plazo, pero en el mediano/largo plazo debe pensarse un plan de incentivo a las exportaciones para que el problema en el frente externo comience a solucionarse. En el año 2011 nuestro país exportó por un total de 82.000 millones de dólares, en 2019 esta suma fue de 62.000 millones, el objetivo del gobierno es llevar las exportaciones en torno a los 90.000 millones de dólares, es decir un incremento de casi el 50% con respecto al 2019. Esto sin duda aportaría alivios significativos en relación al frente externo y traería beneficios muy relevantes para nuestra economía, por eso es fundamental que, de cara a lo que viene, puedan aplicarse políticas públicas que incentiven las exportaciones, lo que hará que la economía argentina retome el sendero de crecimiento y nos vayamos olvidando de las restricciones cambiarias.