La Herencia

¿Por qué un gobierno que aplica una ajuste brutal en la Economía Argentina puede ganar elecciones de medio término? Una pregunta así, podría ser respondida sofisticadamente por los nuevos gurúes de la opinión pública. Dirían: “La gente no cree más en ideologías, solo en discursos que se vinculen con su vida diaria”,  “Los vecinos quieren que les hablen por su nombre, que les muestren que los políticos están en los problemas de las personas”. Quizás, esa descripción sea cierta en una sociedad que con los problemas estructurales resueltos (salarios que alcancen, empleo, salud, educación, etc.) quiere mejorar su calidad de vida.

Pero eso no fue lo que ocurrió en la Argentina gobernada por Mauricio Macri. El brutal ajuste aplicado por el gobierno nacional desde su asunción solo pudo ser contenido porque la Argentina estaba desendeudada, pero también pudo endeudarse para tapar lo que iba ajustando en la economía. O por decirlo de otro modo, el PRO pudo ganar las elecciones de medio término, porque la herencia estructural que el “kirchnerismo” le dejó, permitió el gradualismo, y el gradualismo permitió pensar que la gestión del PRO iba a poder acabar con el “populismo” y los ciudadanos argentinos podrían volver y mejorar la situación de relativo bienestar anterior.

Esa fue la promesa de Mauricio Macri a partir del resultado en el ballotage porteño del 2015: mantener todo lo bueno del gobierno anterior y acabar con la “grieta” a la que se había llevado a los argentinos. Pues bien, dicho pacto electoral de Cambiemos con su electorado no fue respetado y la plata del endeudamiento externo se va acabando.

 La ideología

En otros momentos de nuestra historia, en la década del 30’, cuando después del golpe a Yrigoyen, gobernaban la Argentina las mismas familias que la gobiernan hoy, los conservadores que en nuestro país siempre fueron liberales, se hicieron estatistas. La crisis mundial obligaba a que la Economía Argentina cuente con alguna defensa mínima respecto de las mareas que el crack del 30 generó en el mundo. El Estado intervino activamente el mercado, protegiendo las ganancias de los que gobernaban y a la vez generando el principio de la Argentina industrial.

Pues bien, la derecha moderna personificada en el PRO, no actúa de la misma manera en un mundo que está en una guerra comercial que involucra a casi todas las potencias económicas. No son como sus antecesores, no se adaptan a las nuevas condiciones del mundo, sino que se manejan por pura ideología. La Argentina solo tienen para el mundo, commodities y turismo y el resto debe traerlo de los países más avanzados industrialmente. Ni siquiera acuerdos parciales con el Mercosur, que son sus socios más importantes. Abrir la economía, en un mundo con economías cerradas. Ni siquiera “comprar a los que nos compran”.

Dicha ideología conlleva día a día a que se fuguen recursos generados por los argentinos en la bicicleta financiera, porque no hay ningún control que el Banco Central autónomo pueda ejercer para defender las pocas divisas que la producción argentina consigue.

No producimos, compramos todo al exterior, ajustamos ferozmente al principal agente que mueve la economía: El Estado, y agregamos la fuga de capitales. La ideología atenta contra el gradualismo, y deja a la “derecha moderna” con el viejo esquema de la vieja derecha, llamando a las fuerzas armadas. Tendríamos que llamarla la nueva derecha más vieja.

La post-verdad

En las elecciones del 2017 el PRO parecía “eterno” cuando después de todo el ajuste aplicado podían ganar elecciones. Pero las expectativas eran otras, ya se habían hecho los ajustes y la economía, interpretada en las tapas de los grandes medios, parecía arrancar después de la “herencia”.

Pues bien, luego de esa elección el gradualismo se volvió exponencial. Reforma fiscal, previsional, laboral, aumento de tarifas, devaluación ; la correspondiente suba de tasas de las Lebacs y la ida al FMI. ¿Habrá pensado ingenuamente el PRO que el pueblo argentino había votado ese plan de reforma trasnochado?  ¿Que iba a aceptar su empobrecimiento absoluto para enriquecer siempre a los mismos? ¿Es que su ideología les quitó eso de “derecha moderna e inteligente”? ¿O será que Duran Barba ya no tiene incidencia en la opinión pública argentina? La única verdad es que 10 meses después de las últimas elecciones, el PRO, parece destinado a una derrota irreversible. Y la post verdad que decía que Cambiemos acabaría a la vez con el atraso económico y su causante “el populismo” , ya es más post que verdad. ¿Podrá cambiar dicha tendencia?

La imagen

Luego de dos años y medio de gestión por parte del PRO, los índices de evaluación del gobierno e imagen de Mauricio Macri parecen mostrar un descenso significativo. Parecerían tocar también a la estrella que ilumina el mundo PRO: María Eugenia Vidal. Lo que más preocupa a los principales analistas oficiales, que en escenario de ballotage, y frente al candidato que ellos prefieren, Cristina Fernández de Kirchner, el oficialismo podría perder. Y es que nada de lo que prometieron se cumplió, y todo lo que dijeron que iba a pasar, no pasó. Es lógico que los argentinos quieran retrotraer su situación a antes de diciembre del 2015. Porque el futuro prometido trajo pasado conocido.

Irreversible

Una de las consignas preferidas de muchos militantes simpatizantes del gobierno anterior era que el proceso iniciado por el “kirchnerismo” en la historia argentina era irreversible. Que todo lo que se había ganado en derechos el pueblo argentino con el gobierno anterior, no iba a poder ser borrado por ningún gobierno. Claramente, el gobierno del PRO ha avanzado sobre muchos de los derechos que los argentinos ganamos no solamente en el marco del gobierno anterior, sino quizás en su historia. Respecto a la imagen de Mauricio Macri y a las posibilidades de Cambiemos de obtener otro mandato en la presidencia, la tendencia parecería irreversible, salvo que acontezcan dos situaciones, alguna más probable que la otra : que el peronismo y su periferia no logren una lista de unidad, o  que el gobierno nacional cambie su política económica para fortalecer a sus desencantados. Lo primero es probable, dados las disputas entre el peronismo centrista y el kirchnerismo, lo segundo es imposible dado los prejuicios ideológicos del actual gobierno, cristalizado más claramente en el acuerdo con el FMI.  

*Licenciado en Sociología, Doctorando en Ciencias Sociales, Docente de la UBA y columnista en Rompiendo Moldes por AM530. Twitter:@Pablolopezfiori