“Queremos volver a ser parte del mundo y cortar con el aislacionismo”, decía Macri al participar como invitado en la reunión anual de la Clinton Global Initiative en el año 2016. Pasaron dos años, Argentina “volvió al mundo”, pero ¿cómo?

Paradójicamente, fueron especialmente los dos años siguientes a esas declaraciones los que marcaron el “cómo” de la promesa de campaña macrista. En este sentido, la forma en que se dio esta vuelta al mundo se vio atravesada por conceptos poco positivos: escándalos de corrupción, enorme toma de deuda externa, recesión.

Todos conceptos que se resumen en dos grandes ejes que hoy afectan al país en su proyección internacional, que son excesiva vulnerabilidad financiera y baja confiabilidad.

 En consonancia, 2018 está siendo el año que más está deteriorando al país. Basta observar la afirmación del diario Reuters, que dice: “El peso, que ha caído alrededor del 40 por ciento en lo que va del año, compite con la lira turca como la moneda con peor rendimiento del mundo en 2018”.

Así es como hoy el mundo ve al país: vulnerable y poco fiable. Un claro ejemplo de esto –ligado específicamente a la variable financiera- es la publicación del riesgo país argentino en un segundo lugar a nivel mundial, luego de la criticada Venezuela.

La suba del riesgo país toma más sentido aun si se observa tapas de diarios como la siguiente del Seeking Alpha, que dice: ¿Están las crisis en Argentina y Turquía conduciéndonos a un estallido global?

Si uno se pregunta ¿Por qué hoy la Argentina volvió al centro de la escena internacional de la forma menos deseada? Los factores son numerosos  y cabe considerarlos a todos, pero principalmente se destaca la errónea lectura que tuvo (y tiene) el actual Gobierno a la hora de planificar y ejecutar la política exterior.

Sumado a esto, y en relación directa con la política exterior, toma un rol fundamental el desarrollo del escenario político-económico que se fue dando en el país en estos años, donde los principales índices nacionales le dan la espalda a Mauricio Macri  y sus ya lejanos objetivos de campaña de 2015.

Es cierto también que el escenario internacional no ayudó, sino que, por el contrario, se presentó como un problema adicional a la gestión de Cambiemos. El mejor ejemplo en este punto es probablemente la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y su innumerable cantidad de medidas que han afectado negativamente al escenario internacional, principalmente en lo financiero y lo comercial.

Por lo tanto, si bien es correcto afirmar que una coyuntura internacional desfavorable afecta a un país y a su situación interna, lo cierto es que van a ser pocos los que sufran directamente las consecuencias. Estos pocos, por lo general, son justamente aquellos que, por diversos motivos, son más vulnerables en ese momento. Hoy parece ser el turno de Turquía y Argentina.