Otro año más que pasa y la desilusión argentina vuelve a surgir. Levantar la copa, brindar y pensar: ¿este año que me traerá Papá Nöél? La respuesta culmina en devaluación, inflación y finalmente recesión.

A principios de año diversos analistas financieros esperaban a fines de 2018 un crecimiento económico estable superior al 2.8%, inflación que ronde el 17% y un dólar por debajo de los 22 pesos. Sin embargo, la realidad divergió fuertemente a las estimaciones. Los valores reales se ubican en un decrecimiento que ronda los -2.4%, una inflación superior al 46% y el dólar que sobrepasa los 40 pesos.

Argentina, sin embargo, no contó con buena suerte en el transcurso de este año. A finales del año pasado, la peor sequía de los últimos 50 años arrasó parte de la producción de cereales y oleaginosas. Asimismo, Estados Unidos inició una guerra comercial con China, impactando en los precios de la materia prima que exporta Argentina, agregando conjuntamente la suba en la tasa de interés de la Reserva americana. Al mismo tiempo, nuestro mayor socio comercial comenzó su crisis política y económica, dejando al pueblo brasilero desbastado. Y para concluir, nuevamente caímos en el juego del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Como la gran mayoría de los usuarios apreciamos en nuestras billeteras, el INDEC confirmó que el tercer trimestre la economía cayó un 3.5%, a pesar de haber caído 4.2% el trimestre anterior. Luego de dos trimestres consecutivos de caída, la economía se encuentra oficialmente en una recesión. Sin otras palabras, la recesión argentina lleva nada más y nada menos que nueve meses.

Ahora,  un dato alentador, pese a la desmoralización por decrecimiento económico, el pronóstico para el año próximo no sufrió grandes modificaciones. Además, la historia tiene su grano de arena en la estimación de todo esto. Al observar diversas recesiones se puede verificar una forma de “V (recesión y recuperación)” o periodos con mayor recesión con forma de “U (recesión, estancamiento y recuperación)”. Sin embargo, puede ocurrir, uno de los peores escenarios a mi parecer, la famosa forma de “L (crecimiento sostenido sin crecimiento)”.

¿Qué ven las estimaciones? El gobierno de Cambiemos apuesta su política a una recesión con forma de “V”, comenzando su crecimiento tras el segundo semestre de 2019. Para que esto suceda deberá tomar un rol fundamental el sector transable: el campo, la minería, el petróleo y la exportación de servicios Diversos analistas privados prevén una evolución del producto con forma de “U”. Sin embargo, tras ser año de elecciones, pocas estimaciones prevén una evolución con forma de “L”, una buena para Argentina.

Las expectativas son diversas, sin embargo, el deseo para el 2019 es un crecimiento sostenido, recuperación del ingreso real y mejora de las condiciones sociales en Argentina, pero la realidad nos puede devolver devaluación, inflación y recesión.

*Docente e Investigador. CIMaD - EEyN (UNSAM). Twitter: @FedeFavata