Las deficiencias del sistema capitalista mundial para enfrentar la crisis sanitaria y económica desatada por la pandemia del Covid-19 revalorizan el rol del Estado, no solo en su accionar respecto a inversiones sanitarias sino también en su rol de rescatista económico. Culminada la reciente experiencia neoliberal en nuestro país, contamos hoy con un Estado presente que decidió declarar el aislamiento social, preventivo y obligatorio de manera temprana; con el objetivo de fortalecer el sistema de salud y evitar su colapso repentino. Pese a estar transitando una profunda crisis económica producto de cuatro años de políticas liberales, y consciente de los daños inevitables asociados a la parálisis de actividad que supone el aislamiento, el Estado lanzó un programa de asistencia económica para las familias y el sector productivo; reivindicando su rol activo, desdibujado en los últimos años.

Sin dudas, contar con un Estado presente es la principal virtud de nuestra economía en tiempos de pandemia. Sin embargo, las dificultades y obstáculos para canalizar las políticas de asistencia y contención ante la crisis, ponen al descubierto debilidades estructurales de nuestra economía. En primer lugar, la abrupta caída en la recaudación fiscal pone al descubierto un sistema tributario deficiente. En lugar de gravar la riqueza, dando cierta estabilidad a la recaudación, los principales recursos públicos provienen de gravámenes al consumo y a los ingresos, que fluctúan al ritmo de la actividad económica. Además, la estructura impositiva es regresiva en tanto incide más en quienes menos tienen. De esta forma, la crisis de actividad pone en jaque los recursos públicos tanto a nivel nacional como provincial y en el actual contexto de imposibilidad de acceder al mercado de crédito, el accionar del Estado se ve limitado ante demandas crecientes de asistencia. Emerge así la discusión sobre un impuesto a las grandes fortunas y se pone nuevamente sobre la mesa la necesidad de una reforma tributaria que tienda a un sistema más progresivo, justo y estable.

En segundo término, la dificultad de las Pymes para acceder a créditos blandos durante la cuarentena refleja los vicios del sistema financiero argentino. La banca privada no respondió satisfactoriamente a los impulsos del Central para otorgar préstamos en asistencia a las Pymes, aun contando con garantía del Estado Nacional. La falta de orientación del crédito hacia el sistema productivo y la visión meramente comercial del sistema bancario son debates de fondo que debemos dar si queremos contar con un sistema financiero al servicio del desarrollo del país y no un mero rol especulativo y comercial. Por último, la suba abusiva de precios de alimentos básicos en un contexto recesivo cristaliza otra característica estructural de nuestra economía: la concentración económica y poder de fijación de precios tanto de las grandes cadenas distribuidoras como de las multinacionales productoras de bienes esenciales. La inflación en el rubro alimentos y bebidas, más que duplica al indicador del promedio de la economía, pese a la implementación de medidas de precios máximos y de referencia. Esto muestra, además, la deficiente estructura de control con la que cuenta el Estado para hacer cumplir sus normas. Avanzar en la desconcentración del poder de mercado y democratizar el consumo son deudas de la historia reciente de nuestro país.

Si con cada crisis nace una oportunidad, Argentina tiene la oportunidad de discutir y avanzar en soluciones a problemas de fondo como la reforma tributaria, la desconcentración económica y democratización del consumo, y el rol del sistema financiero en el desarrollo productivo. En especial, emerge la posibilidad de reconstruir conciencia social respecto de la importancia de contar con un Estado fuerte y desterrar cualquier vestigio de políticas liberales que busquen degradar y debilitar al sector público.

*Licenciada en Economía (UNR). Especialista en Economía Política con mención en Economía Argentina (FLACSO). Maestranda en Economía Política (FLACSO). Integrante del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO). Twitter: @cesoargentina