El año 2020 arrancó signado por un fuerte optimismo de las mayorías que habían votado la fórmula Fernández-Fernández. Si bien la situación económica e institucional heredada del gobierno de Macri y la alianza Cambiemos era virtualmente calamitosa, el cambio de signo político que representó el Frente de Todos y, sobre todo, el cambio de rumbo económico, auguraba un futuro mejor. Sin embargo, en marzo llegó la pandemia del Covid-19, transformando al 2020 en lo que seguramente se recordará como el annus horribilis por mucho tiempo.

Así, al desastre de cuatro años de macrismo se sumó la devastación generada por la pandemia, no sólo en nuestro país sino en el mundo. Prácticamente todas las ramas de la actividad económica se vieron fuertemente impactadas, como así también el empleo y los ingresos de los trabajadores. Las medidas extraordinarias implementadas por el gobierno en materia económica sirvieron para ponerle un piso a la caída y evitar una explosión social y política. Sin embargo, el daño de la dupla macrismo-pandemia ha sido considerable y presenta múltiples y considerables desafíos para el 2021 tanto en el frente económico interno como externo.

En el frente interno, los desafíos principales son tres, fuertemente vinculados entre sí. El primero es la recuperación de la actividad económica: durante los cuatro años de macrismo el PBI cayó 7%, a lo que hay que sumarle una fuerte contracción adicional en el segundo y tercer trimestre de 2020 producto de la pandemia. Según datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, el empleo formal sufrió a la par de la actividad, habiéndose contraído 4% durante el gobierno de Macri y casi un 2% adicional durante el 2020. Si bien las medidas de emergencia tomadas por el gobierno durante el 2020 sin dudas contribuyeron a amortiguar la caída, hará falta audacia para promover la rápida recuperación de la actividad y el empleo en 2021.

El segundo desafío es la recuperación del salario, sin dudas uno de los motores de la actividad económica y lo que será la clave de una rápida recuperación—en un mundo en crisis y recesión, la principal fuente de demanda es la del mercado interno-. Al igual que la actividad y el empleo, los salarios también cayeron en términos reales durante el macrismo, y retrocedieron aún más durante la pandemia. Este desafío es fundamental para que la deteriorada distribución del ingreso no se vuelva la “nueva normalidad”.

Vinculado a lo anterior, el tercer desafío será controlar la inflación. Los precios vienen exhibiendo ritmos de aumento preocupantes. El ex presidente Macri -que había prometido eliminar la inflación durante la campaña presidencial- lejos de eliminarla terminó su mandato con niveles de inflación anuales más altos que los que había heredado del kirchnerismo: durante el 2019, el aumento de precios alcanzó el 52.9%. La fuerte caída de la actividad, el empleo y el consumo durante la pandemia resultó en una disminución de la tasa de inflación, pero no tanto como se esperaba y con la recuperación económica actualmente en marcha, la tasa de inflación está nuevamente aumentando. Para enfrentar este desafío, el Estado debe utilizar todas las herramientas a su disposición para que el salario no siga perdiendo contra los precios. El acuerdo de precios y salarios que actualmente se está negociando puede ser un buen comienzo. Sin embargo, es fundamental que el gobierno esté dispuesto a tomar medidas más duras si los formadores de precios no cumplen con lo pactado.

A los desafíos del frente interno, se suma el histórico problema del frente externo que consiste en garantizar el flujo de divisas necesario para cubrir las importaciones y los compromisos financieros internacionales. La estabilidad externa es también condición necesaria para un equilibrio macroeconómico que no presione sobre los precios internos. La exitosa negociación de reestructuración de la deuda con acreedores privados, provee un alivio significativo por los próximos años. Sin embargo, está pendiente la negociación del extravagante préstamo de U$44.000 millones que el FMI le otorgó a Macri, deuda que según fue pactada debería cancelarse entre 2021 y 2024, un cronograma imposible de cumplir. Se espera que la negociación con el Fondo resulte en un período de gracia y extensión del período de pagos, pero la gran incógnita es qué condicionamientos logrará imponer el FMI para otorgar el refinanciamiento. Claramente, no deberían ser las habituales condiciones de ajuste fiscal, reforma laboral y privatización del sistema previsional ya que irían en contra de la recuperación de la actividad, el salario y el empleo. Entonces, el desafío en este frente es renegociar con el Fondo sin caer, otra vez, en un programa neoliberal.

A los desafíos inmediatos planteados, se suman los desafíos vinculados a encaminar la economía en el mediano y largo plazo de manera que mejore la distribución del ingreso, se diversifique la actividad productiva y las exportaciones, se mantengan estables los precios y se genere un flujo de divisas para evitar corridas cambiarias y devaluaciones bruscas. La pregunta es con qué velocidad y en qué plazo podrán darse estas condiciones y qué herramientas utilizará el gobierno para lograrlo.

*En co-autoría con Cecilia Allami y Arnaldo Ludueña. Investigadores docentes del Área de Economía Política de la UNGS. Twitter: @EconomiaPolUngs