Desde las 11 de la mañana, el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Alejandro Domínguez, el presidente de Boca, Daniel Angelici, y el presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, con la participación de Claudio Tapia, tendrán una reunión en la que quedará definido el destino de la Copa Libertadores 2018.

La realidad es que no hay indicios sobre la decisión que llegará desde Luque, Paraguay, donde Conmebol tiene su sede central. La cumbre que, a priori, era para definir lugar y fecha de la final, ahora es el epicentro de una lucha de poder entre los dos equipos involucrados.

Boca intentará por todos los medios demostrar que los hechos fueron similares a los ocurridos en los octavos de final de la Copa Libertadores 2015, para que su rival sea descalificado y la Copa se quede en La Ribera. En tanto, River buscará demostrar que los incidentes se produjeron fuera del anillo de seguridad que le correspondía proteger al club y que, por ende, la falencia fue del operativo de la Policía Federal y de Gendarmería.

En la jornada de ayer, Domínguez realizó un comunicado remarcando: "el fútbol no se gana con piedras ni agresiones. Lo ganan los jugadores en la cancha".

LA CARTA DE ALEJANDRO DOMINGUEZ:

El sábado 24 de noviembre será recordado en la historia del fútbol mundial por todas las razones equivocadas. Se suponía que debía ser una final de la CONMEBOL Libertadores para el recuerdo, la última en formato ida y vuelta.  Al final terminó siendo un día que debe llenarnos de tristeza y vergüenza a todos; algo que debe desatar una profunda reflexión y una seria autocrítica en todos los estamentos, no solo del fútbol, sino de la sociedad.

A pesar del acuerdo previo de fair play firmado por los presidentes de ambos clubes finalistas y de todas las alertas emitidas desde CONMEBOL a los responsables de la seguridad, el estadio y los alrededores fueron escenario de una violencia irracional y aparentemente impune, hacia los jugadores, el público, los niños y las familias que se acercaban pacíficamente, las autoridades, los vecinos. Los acontecimientos vandálicos fueron penosos. La barbarie que se ha venido apoderando de nuestro fútbol colocó muchas vidas en riesgo.

Como presidente de CONMEBOL, puse mis mejores esfuerzos para velar por la integridad de todos: desde los jugadores hasta el público que esperó pacientemente que se resolvieran las penosas circunstancias ajenas al espectáculo y a la responsabilidad de CONMEBOL. Convoqué a las autoridades de ambos clubes, esperamos los informes médicos, revisamos los protocolos institucionales y finalmente, de acuerdo con ambos presidentes, tomé las decisiones para el bien de todos los involucrados.

En nombre de la CONMEBOL también es mi deber pedir cuentas a los responsables de garantizar la seguridad del evento y el orden público. Claramente fallaron los protocolos y las autoridades no estuvieron a la altura de las circunstancias. Ahora, lo que les queda es accionar inmediatamente para identificar, capturar y aplicar el rigor de la justicia a quienes causaron tanto daño.

También hago un llamado a los dirigentes de River Plate y Boca Juniors, a que entiendan que la responsabilidad que tienen en sus manos va mucho más allá de solamente defender sus colores y los intereses de sus socios. Ante todo, tienen una responsabilidad hacia el fútbol sudamericano, muchas veces desvalorizado y criticado en nuestros países, pero apreciado en todo el resto del mundo.

Lo mismo va para los medios de comunicación, a quienes pido respeto, ecuanimidad y perspectiva en la cobertura para informar correctamente al público, relatar los hechos, combatir la desinformación y desenmascarar las visiones interesadas y las percepciones erróneas.

En la CONMEBOL que presido, el fútbol no se gana con piedras ni agresiones. Lo ganan los jugadores en la cancha. Y más en Sudamérica con la calidad de nuestros futbolistas. En la CONMEBOL que presido se juega respetando al rival, teniendo el fair play como visión en la cancha, en las gradas, en la dirigencia.

Finalmente, hago un llamado a que todos los actores del fútbol sudamericano fijemos como prioridad y unamos esfuerzos para identificar, entender y combatir las causas y los actos de violencia que manchan nuestro fútbol. Hay mucho más en juego que un título deportivo. O todos los actores del fútbol sudamericano nos unimos para acabar con la violencia, o la violencia se encargará de acabar con el fútbol sudamericano.