Ni la pandemia puede parar el sueño de Sebastián Galleguillo y su familia lo ayuda. El joven de 18 años, vive en Florencio Varela y es nadador hipoacúsico y paraolímpico.

Sus padres, Marta Galleguillo y Edmundo César Hernández le construyeron una pileta de natación con los materiales que tenían a mano: chapas, plástico, troncos de álamo, chapas viejas, un pedazo de la campana de una parrilla, un viejo tanque de agua, dos tambores de metal y 400 litros de agua.

La idea fue de su mamá, al ver que el espíritu de su hijo flaqueaba y llamó al entrenador. "¿Cuánto mide un andarivel?", le preguntó y qué manera podría hacer que Sebastián pudiera volver a entrenar. Lo habló con su esposo y pusieron manos a la obra.

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Ellos tenían unas chapas que sobraron del arreglo de un techo, usaron troncos de álamo para contener las paredes de chapa, que se "panceaban" con el volumen del agua. Los vecinos ayudaron con las lonas. "La primera noche no dormí", contó Edmundo en Telefe, que con una linterna recorría los 12,5 metros de ida y vuelta buscando una posible pérdida de agua.

Lo cierto es que Sebastián estuvo más de 70 días sin poder entrenar porque la pandemia del COVID-19 cerró todos los gimnasios y clubes. Por eso no pudo asistir a la pileta del Polideportivo Municipal La Patriada de Florencio Varela, en el cual se volvió un talentoso deportista, con gran nivel de competencia. Su desempeño lo puso como candidato para quedarse con una medalla en las Sordolimpíadas de Brasil 2021.

Sus padres, con mucho entusiasmo y esfuerzo, le construyeron su propia pileta para que él pudiera nadar, y le agregaron un horno con ladrillos, para poder calentar el agua con leña.

Sin dudas, ni el COVID-19 le frena el sueño a Sebastián.